Muchos aspirantes, pero sólo un candidato a dirigir la ONU

Muchos aspirantes, pero un solo candidato. Ese es por el momento el estado de la carrera por ser el próximo secretario general de la ONU, en la que António Guterres tiene todo de cara para ser reelegido sin oposición dadas las reticencias de los países a presentar de forma oficial otros nombres.

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Además de Guterres, en el cargo desde 2017 y que busca un segundo mandato, otras siete personas se han postulado para el que algunos definen como el “trabajo más imposible del mundo”, el de liderar la organización que reúne a toda la comunidad internacional.

Sin embargo, ninguna de ellas está siendo tenida en cuenta por los Estados miembros, que se amparan en una regla no escrita según la cual los candidatos deben ser propuestos formalmente por un país.

GUTERRES, CON TODO A FAVOR

Salvo sorpresa de última hora, esa situación permitirá a Guterres navegar cómodamente hacia la reelección.

El diplomático portugués presentará este viernes su programa a la Asamblea General, que es quien en última instancia debe aprobar su nombramiento tras una recomendación del Consejo de Seguridad, donde Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido tienen poder de veto y, según fuentes diplomáticas, en general ven con buenos ojos la continuidad del actual secretario general.

Es tradición que los jefes de la ONU sirvan dos mandatos, por lo que el favoritismo del exprimer ministro luso no es ninguna sorpresa, pero numerosos expertos y activistas esperaban que la de este año fuese una carrera algo más abierta tras las importantes reformas que se introdujeron en 2016 y que facilitaban la presentación de candidaturas.

“Es decepcionante que ni un solo Estado miembro de la ONU haya atravesado esa puerta abierta, pero lo crucial es que la oportunidad estaba ahí”, señala a Efe Ben Donaldson, cofundador de la campaña “1 para 7.000 millones”, que ha trabajado para lograr una mayor transparencia en la elección del secretario general.

Hasta 2016, el proceso de selección del secretario general de la ONU había estado dominado por la opacidad, con negociaciones entre bastidores y apenas escrutinio para los aspirantes, pero en esas últimas elecciones se instauró un proceso más abierto, que llevó a una decena de candidatos a presentar sus programas ante los países.

Guterres se impuso en aquella ocasión con comodidad, a pesar de que tenía como rivales a varias figuras conocidas en la escena internacional, entre ellas la hoy directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva; ministros de Exteriores de varios países y la que en aquel momento era la directora general de la Unesco, Irina Bokova.

ASPIRANTES EN EL LIMBO

En la actualidad, la situación es muy diferente, dado que ningún país se ha animado a retar la candidatura del portugués y todos los aspirantes lo son a título individual o tras ser nominados por algún movimiento civil.

Ni siquiera se conocen las identidades de todos ellos y el único nombre de un perfil relativamente alto que ha aparecido es el de la expresidenta ecuatoriana Rosalía Arteaga, propuesta por la organización ciudadana “Forward”.

Arteaga anunció esta semana que ha pedido al Gobierno de su país que no formalice su nominación, pues prefiere que se mantengan como una candidatura “simbólica” de la sociedad civil, pero ello la aboca en principio a no competir realmente con Guterres.

La otra figura que más atención ha recibido es la de Arora Akanksha, una canadiense de origen indio de 34 años y que se presenta como la primera milenial que aspira a dirigir la organización, pero que tampoco ha recibido el apoyo de su país.

“Lamentablemente, en la actual carrera, los candidatos no nominados por Estados están destinados a caer en un agujero negro”, señala Donaldson, que apunta que la falta de claridad sobre ese requisito ha hecho daño a la “percepción de transparencia que se logró” en 2016.

Preguntado al respecto esta semana, el presidente de la Asamblea General de la ONU, Volkan Bozkir, deslizó que la negativa a tener en cuenta a estos candidatos es del Consejo de Seguridad.

“Si alguien me envía una carta pidiendo ser considerado en la selección, yo traslado todas esas cartas al presidente del Consejo de Seguridad. Así que eso es todo lo que puedo hacer, porque se necesitan dos para bailar el tango”, dijo a los periodistas.