El documento, que es el primero del país y de esta región latinoamericana enfocado al Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la población indígena, recuerda los "efectos nocivos a largo plazo, muchos de ellos irreversibles" que supone sufrir desnutrición en los primeros años de vida.
Entre ellos, cita "desventajas físicas y cognitivas", una probabilidad más elevada "de padecer enfermedades crónicas y discapacidades", así como la "pérdida de acumulación de capital humano y productividad en el ciclo de vida".
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México reveló hoy estos datos, correspondientes a 2006, que ha utilizado para observar el comportamiento en los grupos indígenas del país del IDH, un indicador social basado en tres parámetros: educación, vida larga y saludable y nivel de vida digno.
El coordinador residente del Sistema de las Naciones Unidas en México, Magdy Martínez Solimán, señaló al respecto que, pese a sus incrementos, "los presupuestos federales no siempre consiguen el efecto deseado porque no van suficientemente focalizados hacia la población indígena más necesitada".
"Hay una mejor eficiencia del gasto en educación y una menor eficiencia del gasto en salud, en particular hacia las mujeres y la infancia indígena", explicó.
Aunque la inversión federal en la población indígena se duplicó entre 2000 y 2009, el diez por ciento más pobre de esta franja sólo accedió a un cinco por ciento de tal gasto presupuestario.
Así lo subrayó durante la presentación del informe el director general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xavier Abreu, quien denunció que tales diferencias en el interior de las propias comunidades implican que "hay quien ha estado protegido por el poder político".
Martínez Solimán reconoció que no cree que el gasto haya sido suficientemente eficaz. "Si lo hubiese sido", dijo, "no tendríamos las cifras de mortalidad infantil, de mortalidad materna, de desescolarización y de analfabetismo que tenemos".
El reporte de la ONU describe un panorama en las zonas predominantemente indígenas de México en el que, según cifras de 2010, se dan 228 muertes por cada 10,000 recién nacidos vivos, una tasa que define como "muy elevada y similar a la que se estima para algunos países de África".
En cuanto a la mortalidad materna, el dossier calcula que el riesgo de morir durante el embarazo en las regiones indígenas mexicanas roza el setenta por ciento de probabilidad, sin olvidar que en 30 de cada 10,000 partos muere la madre.
Y, pese a la eficiencia en el gasto educativo de la que hablaba Martínez Solimán, el informe refleja que un cuarto de la población indígena continúa siendo analfabeta (datos de 2005). En el caso de las mujeres, más de la mitad no terminaron la enseñanza primaria.
"Hay un rezago atávico, histórico y cronificado que, por más que se intentan implementar políticas públicas, a veces muy ambiciosas y bien dotadas presupuestariamente, sigue existiendo", detalló.
Las condiciones de marginación y pobreza en las que viven muchos de los doce millones de indígenas con los que cuenta la población mexicana (de 107 millones) fueron tildadas por Martínez Solimán de "una deuda histórica" que la sociedad tiene con ellos.