Las poblaciones de especies de agua dulce son los que han sufrido un mayor declive -con una caída de hasta el 85 %-, seguidas por las terrestres -que han perdido el 69 %- y las marinas -hasta el 56 %-.
Entre los ejemplos de animales especialmente afectados figuran las tortugas carey que, sólo en la isla Milman de la Gran Barrera de Coral australiana, perdieron el 57 % de sus hembras anidadoras entre 1990 y 2018 o los delfines tucuxi, los más pequeños, redujeron su número en un 75 % entre 1994 y 2016 en la reserva Mamirauá de la Amazonia brasileña.
Puntos de inflexión
En puertas de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16) que se celebrará dentro de menos de dos semanas en Cali (Colombia), el documento muestra un panorama sombrío con un "sistema en peligro" a medida que el mundo se aproxima a "puntos de inflexión peligrosos e irreversibles, impulsados por la pérdida de la naturaleza y el cambio climático" que provocan cambios "sustanciales y potencialmente irreversibles".
El texto destaca el retroceso de la selva amazónica y la muerte masiva de arrecifes de coral, cuya desaparición "tendría consecuencias mucho más allá de sus inmediaciones y afectarían a la seguridad alimentaria y los recursos que sustentas a las personas".
Además, en el caso de la Amazonia, WWF recuerda que los focos de incendios "alcanzaron este mes de agosto su nivel más alto de los últimos 14 años".
Principales amenazas
Según el Índice Planeta Vivo (IPV) elaborado por la Sociedad Zoológica de Londres que analiza casi 35,000 tendencias poblacionales de prácticamente 5,500 especies entre 1970 y 2020, la amenaza "más señalada" es la degradación y pérdida de hábitats "impulsada principalmente por nuestro sistema alimentario", seguida por la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades.
En cuanto a la crisis climática, figura como "una amenaza adicional" para las poblaciones de vida silvestre en Iberoamérica y el Caribe, donde sufrieron una disminución promedio del 95 %.
WWF, que considera el IPV como "un indicador de alerta temprana del riesgo de extinción y la posible pérdida de ecosistemas saludables", recuerda los beneficios que proporciona a la humanidad un hábitat sano, incluyendo aire limpio, agua potable y suelos sanos para la alimentación.
La directora general de WWF Internacional, Kristen Schuijt, ha resumido la situación afirmando que "la Naturaleza está pidiendo auxilio" porque "las crisis vinculadas de la pérdida de naturaleza y el cambio climático están empujando a la vida silvestre y a los ecosistemas más allá de sus límites".
Buenas noticias
A pesar de todo, el documento registra también algunas buenas noticias, como la estabilización o el incremento de algunas poblaciones de especies gracias a los esfuerzos de conservación.
Entre los ejemplos aportados figura el retorno de las poblaciones de bisontes europeos a la Europa Central y el incremento, entre 2010 y 2016, de un 3 % de los gorilas de montaña en las montañas de Virunga en África oriental, si bien "los éxitos aislados no son suficientes" según el texto.
Además, se hace eco de los "objetivos globales ambiciosos" para detener y revertir la pérdida de biodiversidad, limitar la pérdida de biodiversidad y erradicar la pobreza, dentro de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, aunque señala que los compromisos nacionales y las acciones reales sobre el terreno "todavía están muy lejos de lo que necesitamos".
Finalmente, llama la atención sobre la COP16 de Cali y también sobre la cumbre del cambio climático COP29 de Bakú (Azerbaiyán) que se celebrará en noviembre, definiéndolas como "una oportunidad para que los países estén a la altura del desafío".