De acuerdo con el reporte, difundido este viernes, múltiples formas de malnutrición amenazan la salud de millones de personas.
Indicó que este incremento –de 38 millones de personas más respecto al año precedente- se debe en gran medida a la proliferación de conflictos violentos y de perturbaciones relacionadas con el clima.
Titulado “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017”, el informe advirtió que unos 155 millones de niños menores de cinco años padecen desnutrición crónica (estatura demasiado baja para su edad), mientras que 52 millones sufren de desnutrición aguda, lo que significa que su peso es demasiado bajo para su estatura.
Se estima además que 41 millones de niños tienen sobrepeso. La anemia en las mujeres y la obesidad adulta son también motivo de preocupación. Estas tendencias son consecuencia no sólo de los conflictos y el cambio climático, sino también de profundos cambios en los hábitos alimentarios y de las crisis económicas.
El informe es la primera evaluación global de la ONU sobre seguridad alimentaria y nutrición que se publica tras la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo es acabar con el hambre y todas las formas de malnutrición en 2030 como una de las principales prioridades de las políticas internacionales.
El documento apunta a los conflictos –cada vez más agravados por el cambio climático- como uno de los principales motivos del resurgimiento del hambre y de muchas formas de malnutrición.
“En la última década, el número de conflictos ha aumentado de forma dramática y se han vuelto más complejos e irresolubles por su naturaleza”, afirmaron la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su prólogo conjunto al informe.
Subrayaron que algunas de las tasas más elevadas del mundo de niños con inseguridad alimentaria y malnutrición se concentran ahora en zonas de conflicto.
“Esto ha hecho saltar alarmas que no podemos ignorar: no acabaremos con el hambre y todas las formas de malnutrición para 2030 a menos que abordemos todos los factores que socavan la seguridad alimentaria y la nutrición. Garantizar sociedades pacíficas e inclusivas es condición necesaria para ese objetivo”, indicaron.
De acuerdo con el informe, la hambruna golpeó diversas zonas de Sudán del Sur durante varios meses a principios de 2017, y existe un grave riesgo de que vuelva a producirse allí, así como de que aparezca en otros lugares afectados por conflictos, en especial el noreste de Nigeria, Somalia y Yemen.
Los expertos advirtieron que incluso en regiones que no sufren de tanta violencia, las sequías o inundaciones -ligadas en parte al fenómeno climático de El Niño-, así como la desaceleración económica mundial, han llevado también a un deterioro de la seguridad alimentaria y la nutrición.
De acuerdo con el informe, la cifra total de personas que padecen hambre en el mundo asciende a 815 millones, de las cuales 520 millones viven en Asia, 243 millones en África y 42 millones en América Latina y el Caribe.
Dijo que el 11 por ciento de la población mundial padece hambre, aunque el procentaje de los habitantes de Asia que enfrentan ese problema es de 11.7 por ciento, mientras en África se eleva al 20 por ciento (el 33.9 por ciento en África occidental) y en América Latina y el Caribe el 6.6 por ciento.
Indicó que hay 155 millones de niños menores de cinco años que sufren desnutrición crónica (estatura demasiado baja para su edad). De ellos, 122 millones viven en países afectados por distintos niveles de conflicto.
Además, hay 52 millones de niños menores de cinco años afectados por denutrición aguda, 645 millones de obesos, 41 millones de menores de cinco años con sobre peso y 613 millones de mujeres en edad reproductiva con anemia.
Según el informe, de los 815 millones de personas afectadas por el hambre en el planeta, 489 millones viven en países en conflicto, mientras que la prevalencia del hambre en los países afectados por conflictos es entre un 1.4 y un 4.4 por ciento más alta que en otros países.
Resaltó que en contextos de conflicto agravados por condiciones de fragilidad institucional y ambiental, esa prevalencia es entre 11 y 18 puntos porcentuales más elevada.
Asimismo, las personas que viven en países afectados por crisis prolongadas tienen casi 2.5 veces más probabilidades de padecer subalimentación que las que viven en otros lugares.