Marlene Dietrich se rebeló contra la ropa femenina, apostó por piezas masculinas en favor de la comodidad, creó un estilo andrógino, una manera de reivindicar, con osadía e ironía, que lucir corbata y pantalones era sinónimo de igualdad. Ahora esta moda vive un nuevo apogeo como "tendencia ligada al poder femenino, a la libertad".