Uno de los grandes defectos de los sistemas alimentarios de hoy es que a pesar del considerable avance en el desarrollo y la producción de alimentos, cientos de millones de personas pasan hambre porque no tienen los medios para producir o adquirir los alimentos necesarios para llevar una vida sana y productiva, indica el informe.
"Es indispensable mejorar los sistemas agrícolas y alimentarios para que el mundo tenga una población más saludable y ecosistemas más sanos", añade la publicación.
El informe "Hacia el futuro que queremos: poner fin al hambre y hacer la transición hacia sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles", insta a los gobiernos a establecer y proteger los derechos a los recursos, especialmente para los pobres, e incorporar incentivos para el consumo y la producción sostenibles en los sistemas alimentarios.
Exhorta también a promover mercados agrícolas y de alimentos justos y que funcionen bien; reducir riesgos e incrementar la resiliencia de los más vulnerables; invertir recursos públicos en bienes públicos esenciales, especialmente innovación e infraestructura.
El informe hace hincapié en que la reducción del hambre y el desarrollo sostenible están irrevocablemente ligados, y que una gobernanza mejor de la agricultura y los sistemas alimentarios es decisiva para alcanzar ambos objetivos.
Los sistemas agrícolas y alimentarios ya son grandes usuarios de recursos. Por ejemplo, los sistemas alimentarios consumen el 30 por ciento de la energía mundial. Los sectores agrícola y pecuario utilizan el 70 por ciento del total de la extracción de agua, agrega.
Tres cuartas partes de las personas pobres y que pasan hambre en el mundo viven en las zonas rurales y los medios de subsistencia de la mayoría de ellas dependen de la agricultura y actividades afines, subraya.
"El hambre pone en movimiento un círculo vicioso de productividad reducida, pobreza cada vez más profunda, desarrollo económico lento y degradación de los recursos", explica el informe.
Tener acceso a los recursos naturales -como la tierra, el agua o los bosques- es esencial para los 2.500 millones de personas que producen alimentos para consumo propio o para obtener ingresos, añade el informe.
Los agricultores que explotan los 500 millones de pequeñas propiedades en los países en desarrollo afrontan diversas limitaciones de recursos, que se traducen en un acceso insuficiente a los alimentos y la nutrición, matiza el documento.
La FAO estima que las pérdidas y el desperdicio de alimentos asciende a 1,300 millones de toneladas al año -en torno a una tercera parte de la producción mundial de alimentos para consumo humano-, lo que corresponde a más del 10 por ciento del total del consumo mundial de energía calórica.
Por la parte de la producción, es necesario afrontar el agotamiento de los suelos, el agua y los nutrientes, las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación y la degradación de los ecosistemas naturales, señala el informe.
Es necesario proteger los beneficios que proporciona la naturaleza, como el aire y el agua limpios (servicios del ecosistema) y aprovecharlos para lograr un crecimiento sostenible.
La agricultura tiene que producir más alimentos pero con menos recursos, como la energía y el agua, según la FAO.
Por lo tanto, la FAO promueve un enfoque ecosistémico de la agricultura denominado "Ahorrar y crecer", que aprovecha la contribución de la naturaleza al crecimiento agrícola.
En el año 2050 se prevé que la población mundial será de 9,000 millones de personas, con mayores ingresos y una demanda más grande de alimentos.
Y advierte de que "La única forma de lograr su seguridad alimentaria es crear empleos decentes, con mejores salarios, darles acceso a los activos productivos y distribuir el ingreso en forma más equitativa".
La FAO piensa que es posible alimentar a toda la población del planeta si se toman decisiones políticas firmes para mejorar el acceso de las personas pobres a los alimentos, los niveles de desperdicios de alimentos y la forma en que se emplea la agricultura con fines no alimentarios, refiere
El documento de políticas pide una mejor gobernanza del sistema alimentario y agrícola como requisito para un futuro sostenible. Parte del debate en torno a la buena gobernanza también tendrá que decidir quién paga estos costos, concluye.