Combatir el cambio climático no tiene por qué obstaculizar el empleo y el crecimiento

Mientras el mundo se congrega en París para la cumbre sobre el cambio climático de las Naciones Unidas, en el número de diciembre de 2015 de Finanzas y Desarrollo (F&D) se analizan las tensiones y complementariedades entre el combate contra el cambio climático y la lucha por el crecimiento.

Una de las preguntas más apremiantes de la sociedad es cómo equilibrar la demanda de energía que se necesita para impulsar el crecimiento económico y el desarrollo con la urgente necesidad de reducir drásticamente las emisiones de carbono, que constituyen el factor que más contribuye al cambio climático, señala el Director Editorial de F&D Jeffrey Hayden, y añade que este interrogante genera un debate intenso y cada vez más polarizado, que a menudo contrapone el crecimiento a la energía sostenible.

Sin embargo, Nicholas Stern, de la Escuela de Economía de Londres (LSE), sostiene que los retos de combatir la pobreza y el cambio climático no son mutuamente excluyentes. En los próximos 15 años será necesaria una cuantiosa inversión en infraestructura para facilitar la reducción de la pobreza y el crecimiento económico en un contexto de rápida urbanización. Pero con la colaboración internacional y una cuidadosa planificación, señala Stern, esta inversión permite promover el desarrollo sostenible, por ejemplo, reduciendo el uso de combustibles fósiles.

Peter Poschen, de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), y Michael Renner, del Instituto Worldwatch, señalan que no es necesario optar entre el medio ambiente y el empleo. De hecho, la protección del medio ambiente puede ir de la mano de la prosperidad económica y las oportunidades de trabajo. En estudios llevados a cabo, entre otros, por la OIT, se concluye que si las emisiones se redujeran conforme a las metas fijadas en el marco de las negociaciones de París sobre el clima, el aumento neto del empleo total sería de entre 0,5 por ciento y 2,0 por ciento.

En un estudio básico sobre el gravamen de las emisiones de carbono, el economista del FMI Ian Parry analiza los problemas prácticos de establecer un precio que refleje los costos reales de estas emisiones. Sostiene que ahora es el momento ideal para introducir gradualmente impuestos sobre el carbono en virtud de los precios más bajos de la energía y las circunstancias propicias para tomar medidas de mitigación luego de las conversaciones de París.

En un análisis llevado a cabo por economistas del Banco Mundial sobre las cuatro principales caídas de los precios del petróleo de estos últimos 30 años, se concluye que el colapso más reciente tiene una inquietante similitud con la prolongada depresión que comenzó en 1986, lo que podría augurar un extenso período de precios bajos.

Para redondear el tema de este número de la revista, los economistas Lucas Davis y Catherine Hausman y el oficial de investigación del FMI Mustafa Jamal escriben, respectivamente, sobre el futuro de la energía nuclear y la modernización de las redes eléctricas a fin de permitir una gestión de la demanda más determinada por el cliente.