El principal elemento que caracteriza esta tradición es la ofrenda, la cual se construye en honor de los seres queridos que ya fallecieron. En esta se colocan los platillos y bebidas que ellos disfrutaban en vida. También se decora con papel picado de colores brillantes, flores de cempasúchil, y por su puesto calaveritas de azúcar decoradas.
La figura de la calaverita tiene su origen en la época prehispánica con el Tzompantli, un altar formado por hileras de cráneos. Este era una ofrenda dedicada al dios del inframundo, Mictlantecuhtli, y simbolizaba el paso de la vida terrenal a la espiritual.
Posteriormente con la llegada de los españoles, se intentó eliminar los rituales que consideraban contra las celebraciones religiosas. Sin embargo, no se dejó de lado esta tradición y comenzaron a emplearse técnicas europeas para la elaboración de las ofrendas, una de las más utilizadas es el alfeñique.
Aunque la técnica del alfeñique es distinta en cada región donde se elaboran las calaveritas, los ingredientes principales son: azúcar, agua caliente y limón. Al mezclar estos elementos se obtiene una masa similar al caramelo y fácil de moldear. Cada figura se decora de manera artesanal con colores vegetales. Estas grecas, coronas y espirales son las que resaltan la pieza y le dan un toque único.
Los principales estados donde se elaboran las calaveritas de alfeñique con la receta original son: Guanajuato, Morelos y el Estado de México, siendo el último el más importante. Toluca es el municipio donde se concentran los principales talleres familiares y se elaboran estas fantásticas piezas de arte popular.
Otros estados donde también se elaboran calaveritas de dulce son Oaxaca y Puebla, pero se utilizan otros ingredientes como chocolate, amaranto, miel o piloncillo. Estas se decoran con azúcar pintada o con semillas de calabaza, cacahuate, almendras o ajonjolí.