"La única libertad a la que aspiramos es la libertad estética, la libertad del arte. Eso es lo que es el terrorismo de la belleza. Es lo que sirve para luchar contra la barbarie del Estado y el absolutismo del Estado", argumenta Liddell en una entrevista con EFE al día siguiente de haber abierto la edición 78 del Festival de Aviñón con su nueva obra, titulada 'DÄMON. El funeral de Bergman'.
En ella, Liddell (Figueres, 1966) se entrega en cuerpo y en alma a su fascinación por el director sueco Ingmar Bergman, que planeó su funeral como si fuera su última gran obra y a quien la catalana considera el mejor de la historia.
También abofetea a los críticos por su crueldad banal, reflexiona sobre lo sagrado y, sobre todo, bucea en la terrorífica decadencia humana que acecha antes de la muerte.
"Cuando ves las películas de (el cineasta y director de teatro sueco Ingmar Bergman) recuerdas lo que era el arte" asegura la autora de 'La casa de la fuerza', y cómo "solamente a través de la estética se puede emocionar" y "llegar a una idea", ya que "el problema del arte es un problema estético, es el problema de la belleza".
"La manera en que lo resuelve Bergman -continúa- para mí sigue siendo un misterio, pero sigue siendo una influencia formidable que no puedo copiar. Simplemente tengo que trabajar con lo que queda dentro, con esa emoción que queda después de ver sus películas".
El terror a la antesala de la muerte
El público del Patio de Honor del Palacio Papal recibió la propuesta con una gran ovación en pie, muestra de que el Festival de Aviñón -es el más grande y prestigioso del mundo, junto al de Edimburgo- es un poco el hogar de Liddell.
No en vano ella misma dice que este festival le "salvó la vida", porque cuando seleccionó por primera vez sus obras, en 2010, su carrera -que en aquel momento era, según sus propias palabras, "un fracaso"- dio un giro que la ha llevado a encumbrarse como uno de los grandes nombres del teatro internacional actual.
Y en su puesta de largo este 2024 en el imponente palacio que dio refugio a los jefes de la Iglesia en el siglo XIII, todo confluyó para materializar una obra que tiene mucha relación con lo papal, ya que Bergman (1918-2007) diseñó su funeral en paralelo -y también a la contra- del de Juan Pablo II en 2005.
"Ha sido una experiencia increíblemente emocionante", asegura Liddell sobre la apertura.
La ganadora del Premio Nacional de Literatura Dramática de 2012 ya había escenificado su propio funeral el año pasado en 'Vudú (3318) Blixen'. En esta ocasión, vestida con un sudario blanco y acompañada por actores del Dramaten de Estocolmo, continúa lidiando con los estragos de haber visto el deterioro hasta la muerte de sus padres.
"Esto me marcó para toda la vida. No puedo tener sino terror y pavor de llegar ahí", confiesa la dramaturga, ya que la agonía de sus padres no es otra cosa que "la antesala" de su propia extinción.
Invocar esos fantasmas en el escenario, además, tampoco le sirve de bálsamo contra el miedo a la indignidad física y a la disolución de la mente. "El arte -reflexiona- te sirve para expresar el miedo, pero no lo soluciona".
Una sociedad que le hace el trabajo a la ultraderecha
Inmisericorde, visceral y casi desnuda sobre el escenario, Liddell critica con dureza la penalización que sufre en ocasiones su transgresor discurso estético y asegura que esas estrategias, que aprecia en la crítica pero también en la parte más institucional del mundo de la cultura, son idénticas a las de la extrema derecha.
Por ejemplo, para la apertura de esta edición 78 del Festival de Aviñón -que tiene precisamente como lengua invitada al español- hasta tres televisiones (dos francesas y una española) se negaron a la retransmisión del espectáculo. Tampoco se presentó a la inauguración la ministra de Cultura francesa, Rachida Dati, del ala más conservadora del Gobierno del presidente francés, Emmanuel Macron.
"Hemos creado una sociedad en la que le hemos hecho todo el trabajo a la ultraderecha", lamenta Liddell. Una preocupación especialmente candente durante este festival por la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas en Francia, con la primera vuelta este mismo domingo y el partido ultraderechista Agrupación Nacionbal (RN), de Marine Le Pen, como gran favorito.
"Lo que hay es una hipocresía atroz en los discursos, porque hacer un discurso políticamente correcto, eso lo hace cualquiera", recalca.