El estudio de la Royal Society británica y la Universidad de Reading, publicado este lunes en la web de la revista Nature, calcula que para 2050 la frecuencia de las turbulencias en los vuelos entre Europa y América del Norte se incrementará entre un 40 y un 170 por ciento, y su intensidad aumentará entre un 10 y un 40 por ciento.
"Las turbulencias hacen algo más que interrumpir el servicio de bebidas durante el vuelo. Causan daños de distinta consideración a cientos de pasajeros y miembros de la tripulación cada año. También es motivo de retrasos y pérdidas por un total de 150 millones de dólares anuales", explicó en rueda de prensa Paul Williams, uno de los autores del estudio.
La estimación de daños se basa en los valores actuales, por lo que cualquier aumento de las turbulencias incidirá también en las pérdidas, recalcó el científico.
El documento ha estudiado sólo las denominadas turbulencias de aire claro, difíciles de detectar con antelación por los pilotos y los satélites, y no las causadas por las tormentas, que también son probables que aumenten por el cambio climático.
Los científicos han desarrollados modelos de simulación informática sobre cómo afectará el previsto incremento de las emisiones de C02 en la aceleración de las corrientes a chorro, que recorren partes altas de la atmósfera a gran velocidad.
El espacio geográfico del estudio ha sido el atlántico norte, una zona que alrededor de 600 aviones cruzan cada día para conectar Europa y América del Norte, según Williams.
"Buscar nuevas rutas para evitar zonas de fuertes turbulencias podría aumentar el consumo de combustible, las emisiones de dióxido de carbono, que los retrasos en los aeropuertos sean más frecuentes, y, en última instancia, hará subir los precios de los billetes", sostuvo Williams.
"La aviación es en parte responsable del cambio climático. Resulta irónico que el clima parezca vengarse con la creación de un ambiente más turbulento para volar", concluyó el científico.
Por otra parte, otro estudio presentado hoy durante la asamblea anual de la Unión Europea de Geociencias, que reúne a miles de científicos en Viena hasta el viernes, vincula el cambio climático con el aumento de las tormentas eléctricas en Estados Unidos.
En una investigación de la compañía alemana Munich Re, la mayor reaseguradora del mundo, y el Centro Aeroespacial Alemán, se sostiene que existe una relación entre el cambio climático y el aumento del número y la virulencia de las tormentas eléctricas.
Así, en el año 2011, el de mayor actividad en Estados Unidos de ese fenómeno, las tormentas causaron daños estimados en 47,000 millones de dólares, una cifra similar a la que ocasionó el destructivo Huracán Sandy en 2012, según el estudio.