Casi 200 países acordaron en la madrugada del domingo respaldar un acuerdo que respondía a una demanda histórica por parte de los países más vulnerables ante los efectos de la crisis climática: la creación de un fondo bajo la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático que les ayude a asumir el coste económico de las consecuencias del calentamiento global, fenómeno al que apenas han contribuido.
Si bien este tema logró marcar la agenda mediática en la cobertura de la COP27 desde sus inicios, los objetivos de la cumbre se centraban en aumentar la ambición en los planes de mitigación del cambio climático -la reducción de emisiones de gases invernadero-, en la adaptación y en la financiación, aspectos que quedaron relegados a un segundo plano, según estimaron fuentes de la Unión Europea.
"Al principio de estas conversaciones, las pérdidas y los daños ni siquiera figuraban en el orden del día y ahora estamos haciendo historia”, recalcó el director de PowerShift Africa, Mohamed Adow, para quien la aprobación del fondo “demuestra que este proceso de la ONU puede lograr resultados, y que el mundo puede reconocer que la situación de los vulnerables no debe ser tratada como un fútbol político".
En la misma línea comentó la presidenta del Instituto Mundial de Recursos (WRI, por sus siglas en inglés), Ani Dasgupta, quien calificó el resultado como "un avance histórico".
Las organizaciones ecologistas -muchas de ellas presentes en el encuentro en Sharm el Sheij para seguir de cerca las negociaciones-, aunque celebraron el éxito del nuevo fondo de pérdidas y daños y del relato de la justicia climática que protagonizó la cumbre, lamentaron la falta de ambición por parte de algunos países.
Para esos estados más rezagados en acción climática, “los riesgos de litigio aumentarán, con más demandas no sólo contra los gobiernos y las empresas de combustibles fósiles, sino también contra la alimentación y la agricultura, el transporte, los plásticos y las finanzas”, advirtieron desde Client Earth.
No eran altas las expectativas en plena prórroga de la conferencia, que se extendió casi dos días más allá del programa oficial -algo que, por otro lado, no es raro en estas cumbres-, pues en la noche del sábado persistía la tensión en las negociaciones y no parecía haber una propuesta de mitigación lo suficientemente firme como para contentar a las partes que exigían más acción climática.
Finalmente, el fondo de pérdidas y daños obtuvo luz verde en la sesión plenaria, aplaudida por los estados insulares, que estuvieron especialmente involucrados en el diálogo para que los países desarrollados y mayores culpables históricos de la crisis climática pagaran por los fenómenos extremos que sufre en mayor medida el llamado Sur Global.
El enviado especial de la primera ministra de Barbados, Avinash Persaud, que calificó el fondo como "una victoria para la humanidad", valoró el "fuerte liderazgo de la alianza de pequeños estados insulares" y el "sorprendente grado de solidaridad mostrado por el resto del mundo, desde los principales países en desarrollo industrializados hasta los desarrollados".
El acuerdo final, no obstante, decepcionó a la Unión Europea, así como a otras partes que intentaron que se adoptara un “lenguaje fuerte” en el documento relativo a la mitigación, con una petición expresa a los países de abandonar progresivamente el uso de combustibles fósiles, y no sólo del carbón, como plasma la declaración, denominada "Plan de Implementación de Sharm el Sheij".
“Para hacer frente al cambio climático es necesario que todos los flujos financieros apoyen la transición hacia la baja emisión de carbono: la UE vino aquí para conseguir un lenguaje fuerte y estamos decepcionados por no haberlo conseguido", declaró el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, quien lamentó que desde el Pacto de Glasgow se ha perdido “mucha velocidad” a causa de la crisis energética que ha favorecido la guerra en Ucrania.
Asimismo, el secretario general de la ONU, António Guterres, quien señaló que la COP27 había dado "un paso hacia adelante para la justicia", incidió en que hay una "línea roja" que no se debe cruzar, en referencia al calentamiento de 1,5 grados que no debería sobrepasarse a finales de este siglo, para lo que se necesita "invertir masivamente en energías renovables" y acabar con la "adicción a los combustibles fósiles".
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo este domingo que lo acordado por la COP27 "marca un pequeño paso hacia la justicia climática", pero advirtió de que "se necesita mucho más para el planeta" porque no se ha cumplido con el compromiso de los principales emisores del mundo de reducir gradualmente los combustibles fósiles, ni con los nuevos compromisos sobre la mitigación climática.