“El escenario de Madagascar es un recordatorio claro de que el cambio climático ya está causando un gran sufrimiento y cobrándose vidas”, señaló la organización de derechos humanos en el comunicado de presentación de su último informe sobre Madagascar, titulado “Una vez que estemos muertos, será demasiado tarde para ayudarnos”.
“De cara a la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), instamos a los líderes mundiales a que actúen de inmediato, proporcionando ayuda humanitaria y fondos adicionales a los habitantes de Madagascar”, añadió la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard, según el texto.
Asimismo, AI pidió a la comunidad internacional “medidas concretas para reducir colectivamente al menos un 45 % las emisiones de carbono para el año 2030 y eliminarlas por completo antes del 2050”.
La semana pasada, también el Programa Mundial de Alimentos advirtió que la población del sur de Madagascar está al borde de experimentar “la primera hambruna provocada por el cambio climático”, con alrededor de 1.14 millones de personas con “altos niveles de inseguridad alimentaria”.
En los últimos años, la escasez de lluvias redujo notablemente la producción de alimentos de esta región y causó la muerte de vacas y otros animales domésticos, empujando a los habitantes de Madagascar a una situación límite.
“El escenario del sur de Madagascar es horroroso e inaceptable”, dijo la activista ecofeminista Marie Christina Kolo durante el evento virtual de presentación del informe de Amnistía Internacional.
“Existen números y estadísticas para explicar esta situación, pero no debemos pensar en ella solamente con cifras. Detrás de esos números hay personas reales que están sufriendo muchísimo”, añadió Kolo.
Varias personas informaron a Amnistía Internacional de que algunos de sus familiares habían muerto durante los últimos meses, probablemente por problemas relacionados con la desnutrición.
Además, muchos niños debieron abandonar sus estudios y ahora buscan trabajos para comprar alimentos adicionales.
“Cuando podíamos cultivar, comíamos bien. Pero ahora, durante el día, solamente bebemos un poco de agua caliente. A la hora de cenar solemos repartir tres latas de arroz entre toda la familia. Y somos 12 personas”, dijo Oline Ampisoa, una campesina malgache de 63 años, a Amnistía Internacional.
“No podemos aceptar que los grupos más pobres y marginados de la sociedad sean los que paguen el precio más alto por las acciones y errores de los mayores emisores de dióxido de carbono del mundo”, recalcó Callamard.
Aunque África es el continente con menos emisiones de dióxido de carbono de todo el mundo, se trata de una de las regiones más afectadas por la crisis climática y durante los últimos años se ha visto sacudida por varias sequías, inundaciones, ciclones, aumentos de la temperatura y cambios en los patrones climáticos.