En su segunda declaración de los últimos días, calificó de esencial un pleno respeto al statu quo de los lugares sagrados, entre ellos la Mezquita de Al Aqsa, escenario de protestas palestinas en rechazo a las restricciones de acceso y la represión israelíes.
Guterres insistió en que la actual situación en la Ciudad Vieja tiene el potencial de provocar una escalada de la violencia, que incluiría la posibilidad de llevar el conflicto palestino-israelí al peligroso campo religioso.
Todos los líderes políticos, religiosos y comunitarios deben abstenerse de la ejecución de acciones provocativas o de discursos de odio, advirtió.
El secretario general instó en particular a Israel a mostrar cordura, al parecer en alusión a las denuncias de la represión de las fuerzas de seguridad ocupantes contra los manifestantes.
La crisis en curso estalló el 14 de julio, cuando hombres armados dispararon a policías apostados en los accesos a la Mezquita de Al Aqsa, con saldo de dos uniformados israelíes y los tres palestinos atacantes muertos.
El presidente palestino, Mahmoud Abbas, condenó el ataque y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró que no se alteraría el estatu quo de los sitios sagrados de Jerusalén Oriental.
Sin embargo, Tel Aviv colocó detectores de metales en la entrada de Al Aqsa, lo cual disparó las protestas.
Pese a que fueron retirados los detectores, el escenario continúa tenso, lo cual explica la preocupación de Guterres y del Consejo de Seguridad.
Esta semana, el Consejo volvió a analizar el antiguo conflicto, y la inmensa mayoría de sus 15 miembros y de los otros países participantes en la reunión abogaron por la solución de los dos Estados como única salida viable. oda/wmr