En un comunicado, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, indicó que "las palabras del régimen de Asad carecen de credibilidad cuando vienen seguidas de actos escandalosos y deplorables", tras recordar que la nueva ola de violencia contra la oposición en Siria llega después de que Damasco firmara la iniciativa de la Liga Árabe para poner fin a la crisis en el país levantino.
"Sólo dos días después de la decisión de firmar la iniciativa, ya han violado flagrantemente su compromiso a poner fin a la violencia y retirar las fuerzas de seguridad de las áreas residenciales", indica el comunicado.
Estados Unidos "se encuentra profundamente turbado por informaciones creíbles de que el régimen de Asad sigue matando de manera indiscriminada a un alto número de civiles y desertores del Ejército, mientras destruye hogares y tiendas y arresta a los manifestantes sin el proceso debido", agrega el portavoz.
Aunque las fuerzas sirias también han sufrido bajas, "la abrumadora mayoría de la violencia y pérdida de vidas" viene causada por el régimen, subraya.
"Una y otra vez, el régimen de Asad ha demostrado que no merece gobernar Siria", señala Carney, que añade que "ha llegado el momento de que se detenga este sufrimiento y estas muertes, ha llegado el momento de que se cumpla en su totalidad el acuerdo de la Liga Árabe".
Entre esas provisiones, el portavoz enumera la retirada completa de las fuerzas de seguridad de las zonas residenciales, la puesta en libertad de los presos políticos y el acceso de observadores internacionales a toda Siria.
El régimen sirio ya encara un aislamiento creciente y se le han impuesto serias sanciones, señala, antes de advertir que si el acuerdo de la Liga Árabe no se aplica en su totalidad de inmediato, "la comunidad internacional adoptará pasos adicionales para presionar al régimen de Asad a poner fin a su represión".
"Bachar al Asad no debe albergar duda de que el mundo está atento y que ni la comunidad internacional ni el pueblo sirio aceptan su legitimidad", concluye.
El plan de la Liga Árabe, que Siria firmó el lunes, contempla el fin de la violencia, la retirada de las tropas de las ciudades y la protección de los civiles, entre otros puntos.
También el envío de 500 observadores internacionales, una medida a la que Damasco se había negado en el pasado por su oposición a algunas de las condiciones en las que debía desarrollarse la visita.
Según datos de la ONU, desde que el pasado marzo estallaron las protestas contra el régimen sirio, la represión y la violencia se han cobrado ya la vida de más de 5,000 personas.