Por ello, y para exclamar el sentido de urgencia, Greenpeace colocó 100 esculturas de hielo de 100 niños en el Templo de la Tierra en Pekín para simbolizar la desaparición en el futuro de más de mil millones de personas en Asia que están amenazadas por la escasez de agua provocada por el cambio climático.
Las esculturas realizadas con las aguas del deshielo del Yangtze, y de los ríos Ganges y Amarillo representan el inicio de la cuenta atrás. Está acción simbólica se une a otras que se están realizando por todo el mundo, como en Nueva Delhi, donde se ha instalado también una escultura de hielo con el número 100 sobre un mapamundi.
El Templo de la Tierra era el sitio donde los emperadores chinos rezaban por el bienestar de la Tierra y de las buenas cosechas. "Queremos poner de relieve el peligro al que se enfrenta nuestro planeta. La desaparición de los glaciares del Himalaya amenaza el abastecimiento de agua fresca de la quinta parte de la población mundial, que vive en sus cuencas. Si los líderes mundiales no se ponen de acuerdo para evitar que el cambio climático esté fuera de control, los niños crecerán en una lucha constante para garantizar el acceso seguro al agua potable", denunció desde Pekín, Yang Ailun, responsable de la campaña de Cambio Climático y Energía de Greenpeace China.
"El tiempo se acaba. Es necesario llegar a Copenhauge con una política viable y clara de reducción de emisiones de GEI ante el acelerado avance del cambio climático", advirtió Susana Cruickshank, directora de campañas de Greenpeace México.
Las últimas investigaciones científicas demuestran que las emisiones globales de gases de efecto invernadero deben empezar a disminuir en 2015, con el fin de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2ºC.
Greenpeace insta a los países desarrollados, como grupo, a llegar a un acuerdo para reducir las emisiones en un 40 por ciento por debajo de los niveles de 1990 para el año 2020. Los países en desarrollo deben reducir sus emisiones proyectadas de crecimiento en un 15-30 por ciento en 2020. Para apoyar estos recortes, la financiación necesaria de los países desarrollados debe ser de 110 mil millones de euros al año.