El pueblo sami, integrado por unos 80,000 indígenas que habitan en el norte de Finlandia, Suecia y Noruega y en el noroeste de Rusia, vive desde hace siglos de la caza, la pesca y la cría de renos, pero estas actividades ancestrales están doblemente en peligro debido al cambio climático y a la transición ecológica, según un informe reciente publicado por la organización de derechos humanos.
Por un lado, el calentamiento global está provocando que las temperaturas aumenten casi cuatro veces más rápido en las regiones árticas que en el resto del planeta, según los expertos, lo que supone una grave amenaza para el modo de vida tradicional de las comunidades sami.
Al mismo tiempo, la alta demanda de energías no contaminantes y metales raros necesarios para la transición verde ha llevado a las autoridades de Finlandia, Suecia y Noruega a aprobar un creciente número de proyectos energéticos y mineros en Laponia de forma unilateral, vulnerando los derechos de los sami como pueblo indígena reconocidos en la legislación internacional.
Transición justa sí, "ecocolonialismo" no
El Consejo Sami, la organización que representa los intereses de este pueblo originario, sostiene que es partidario de luchar contra el cambio climático, pero no a costa de sacrificar su tradicional modo de vida, y defiende que la transición verde debe ser también una transición justa.
"No nos oponemos a las soluciones climáticas. Queremos salvaguardar nuestras tierras y combatir el cambio climático. Precisamente por eso exigimos espacio para presentar nuestras propias soluciones para nuestra gente y nuestras tierras", explica el presidente del Consejo Sami, Per-Olof Nutti, en la web de la organización.
"Hemos tenido que aprender a estar alerta sobre las consecuencias de la transición verde. Vemos que los Estados continúan promoviendo los mismos tipos de actividades industriales y de explotación de la naturaleza que antes, pero ahora bajo nuevas etiquetas y justificaciones", añade Nutti.
El informe de AI denuncia tres casos concretos en los que los Gobiernos de los tres países nórdicos violaron los derechos humanos de los sami en relación con la transición verde, al aprobar proyectos en zonas de pastoreo de renos sin consultar a las comunidades indígenas afectadas.
Se trata del parque eólico de Fosen (Noruega) -el mayor parque terrestre de Europa con 277 aerogeneradores-, una mina de níquel en Rönnbäck (Suecia) y un proyecto de exploración minera en Käsivarsi (Finlandia).
A pesar de los recursos presentados por las comunidades sami ante los tribunales y las críticas de varios comités de Naciones Unidas, que concluyeron que los Gobiernos de los tres países nórdicos violaron los derechos de los indígenas, los tres proyectos siguieron adelante.
Además de estos tres ejemplos, hay muchos más proyectos en marcha. Suecia ha concedido 361 permisos para exploración minera y licencias para construir 2.155 aerogeneradores en las zonas de pastoreo de renos, una expansión desarrollista que se repite a menor escala en Finlandia y Noruega.
Respeto de los derechos indígenas
Tanto el Consejo Sami como AI reclaman a las tres naciones nórdicas que respeten la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, en especial su derecho a la autodeterminación.
Este derecho garantiza la potestad de los pueblos originarios de determinar libremente su propio estatus político y perseguir el desarrollo económico, social y cultural que elijan mediante el principio del Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI).
En la práctica, el CLPI obliga a los Estados a consultar y obtener el consentimiento de los pueblos indígenas sobre cualquier iniciativa proyectada en sus territorios que pueda violar sus derechos humanos o perjudicar su modo de vida tradicional.
Según AI, las legislaciones nacionales de Finlandia, Suecia y Noruega contienen lagunas que dan margen a los responsables de la toma de decisiones para pasar por alto las objeciones de los sami, por lo que insta a los tres países a fortalecer urgentemente el reconocimiento jurídico del colectivo indígena.