Con sus zapatos de tacones altos no se ajusta a la imagen tradicional de un agricultor orgánico. Como China es sacudida desde hace años por escándalos con alimentos, muchos consumidores se vuelcan desesperadamente hacia otras alternativas. Y allí es donde se ubica la hábil empresaria Min, que se cuenta entre las precursoras de este joven ramo.
Min fundó su empresa "Tootoo" en el año 2008, cuando toda China estaba conmocionada por un fuerte escándalo con alimentos: productores inescrupulosos mezclaron el químico prohibido melamina justamente con leche en polvo, para que artificialmente tuviera un mejor aspecto. Al menos seis bebés murieron y casi 300,000 enfermaron de cálculos renales.
El "boom" ecológico chino es impulsado por la cada vez mayor preocupación por la seguridad alimentaria, así como por la creciente clase media del país, que tiene el dinero necesario para pagar los productos orgánicos, que son más caros, analiza el profesor Zheng Fengtian de la Universidad Popular de Pekín.
"Son las personas con un ingreso alto y una mayor conciencia de su salud", dice el vicedecano de la Facultad de Ciencias Agrarias a dpa. Zheng estima que la cifra en China asciende a hasta 100 millones.
Y el desarrollo de la agricultura orgánica recién está en sus comienzos en China. De acuerdo con los números más recientes de la Federación Internacional de los Movimientos de Agricultura Ecológica (IFOAM) en 2011 solo 1.9 millones de hectáreas, o el 0.4 por ciento de la superficie agrícola china, estaban destinados a cultivar productos ecológicos.
Estos productores en China facturaron unos 791 millones de euros (unos 1,075 millones de dólares) en el interior del país, indicaron.
Los organizadores de la feria "Biofach China" pronostican que el mercado en el Lejano Oriente en los próximos diez años se incrementará anualmente en promedio en un 30 a 50 por ciento. Allí pululan ya actualmente casi 7,000 empresas, según estimaciones de la asociación del rubro "Green Food".
Pero para los productores ecológicos, los innumerables escándalos con los alimentos no son solamente positivos. Los consumidores también se comportan ante ellos con gran escepticismo. "Al principio fue difícil, porque tuvimos que convencer lentamente a los clientes de nuestros productos", admite la jefa de empresa Min.
Por esa razón, los ricos empresarios de Pekín pueden ir ellos mismos a las granjas orgánicas y recolectar la verdura junto con sus hijos. Todos deben tener acceso al lugar, para convencerse de la calidad de los productos.
Sin embargo, para muchos sigue habiendo dudas. "Finalmente nunca sé con exactitud lo que pasó con la verdura", señala Sun, una mujer que realiza pedidos regularmente a "Tootoo". La comida es más rica, señala. Pero tras los escándalos con la leche en polvo y agua mineral contaminadas y también metales pesados en el arroz, no puede confiar cien por ciento en ningún producto, explica.
Y el profesor Zheng le da la razón. Porque mientras China combate contra una fuerte contaminación ambiental, en las granjas no pueden producirse productos totalmente aislados de esa realidad. "El problema principal no es la contaminación del aire, sino la tierra y el agua, fuertemente afectados".
Si bien los productores buscan especialmente lugares favorables, nadie en China puede escapar del todo de la contaminación. "Es comida 'casi ecológica'", opina Zheng, ya que la agricultura orgánica no emplea pesticidas ni químicos.
En Pekín crece de manera insistente el rumor de que las autoridades estatales en su residencia "Zhongnanhai", junto al Palacio Imperial, se abastecen exclusivamente de una granja ecológica propia.
Min prefiere no realizar comentarios al respecto. "Lo ecológico es un buen negocio", dice antes de subirse a su vehículo deportivo de lujo, donde la aguarda su chofer.