China y Japón se acusan mutuamente de ser "la encarnación del mal"

Harry Potter no llega a pisar China o Japón en ninguna de sus novelas, pero eso no impide que ambos países lo aprovechen para atacarse mutuamente, y no de forma sutil: Cada uno acusa al otro de ser nada menos que "Lord Voldemort", la encarnación del mal en las novelas del aprendiz de mago.

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Liu Xiaoming.

El último capítulo de las acusaciones cruzadas lo protagoniza hoy el embajador chino en Londres, Liu Xiaoming, en un comentario para el "Diario del Pueblo", el órgano del Partido Comunista. "El militarismo de Japón es como Voldemort", asegura.

Previamente, ya había vertido comentarios parecidos en la prensa británica, al igual que su homólogo japonés en Londres. Pero la novedad ahora es que incluso el órgano oficial del partido chino le da espacio al diplomático para afirmar que el militarismo japonés es oscuro y malvado como el enemigo de Harry Potter.

Los dos resurgen una y otra vez pese a ser derrotados, y "no es posible apaciguarlos, sino que tienen que ser erradicados desde la raíz", afirma Liu.

El hecho de que el texto aparezca en el "Diario del Pueblo" es una forma de mostrarle respaldo a Liu. "El embajador y el diario del patido representan ambos la posición oficial de China", señaló a dpa el profesor Shi Yinhong, de la Universidad del Pueblo en Pekín.

Pese a ello, el artículo no implica que Pekín esté más indignado que antes con Tokio, añade. "China está muy enojada desde que el primer ministro japonés Shinzo Abe visitó en diciembre el mausoleo de Yasukuni", indicó Shi.

Se trata de un monumento en el que se honra a los caídos en los conflictos militares, pero entre ellos hay criminales de la Segunda Guerra Mundial condenados a muerte por un tribunal aliado.

Los analistas miran con preocupación el curioso debate. El profesor Jia Qingguo, de la Universidad de Pekín, consideró que es muy grave y alertó del peligro de una mayor escalada, porque la relación entre los dos países ya era muy tensa antes de la visita de Abe.

Pekín y Tokio se enfrentan con acritud por la soberanía sobre un archipiélago que los chinos llaman Diaoyu y los japoneses Senkaku. Además, los chinos exigen que los aviones extranjeros se identifiquen y sigan las instrucciones de sus fuerzas armadas al pasar por una zona calificada de "defensa aérea" en la región. Japón y otros países como Estados Unidos se niegan.