Un Klimt de 1885 y una obra de hace dos años. Cubismo checoslovaco y arte trasgresor letón. Cuadros serbios de 1970 y abstracción austríaca de los 90. Una amalgama de estilos y países que el Museo Leopold de Viena inaugura este miércoles como una reunión de familiares lejanos que no se conocen pese a estar relacionados.