Un total de 17 países, la mayoría sin tradición o industria ballenera, están bloqueando hoy la votación para crear un santuario en el Atlántico Sur donde esté prohibido cazar ballenas durante al menos 20 años.
Unas 240 ballenas murieron tras quedarse atrapadas en una playa en las remotas islas Chatham, a unos 840 kilómetros de la Isla Sur de Nueva Zelanda, en el segundo varamiento de cetáceos en menos de una semana y que han dejado casi medio millar de animales muertos, confirmaron este martes fuentes oficiales.
Unas 230 ballenas quedaron varadas en una remota playa de la bahía de Macquarie, en el oeste de la isla australiana de Tasmania, de las cuales se cree que han muerto la mitad de ellas, informaron este miércoles las autoridades.
La crisis climática provocará que las aguas que rodean a Nueva Zelanda sean inhóspitas para las ballenas azules y los cachalotes, obligando a estos cetáceos a desplazarse a zonas más meridionales en busca de mares más fríos, según un artículo científico publicado este jueves.
Unas 10,000 ballenas jorobadas se instalaron en las cálidas aguas ecuatoriales, desde el norte del Perú hasta Costa Rica y más allá, en un viaje que cada año realizan para conocer el amor y tener a sus crías.
El hábitat de las poblaciones de narvales, belugas y ballenas de Groenlandia podría desplazarse cientos de kilómetros hacia el norte a finales de siglo para hacer frente al cambio climático.
Las redes de pesca causan la muerte de unas 300,000 ballenas, delfines y marsopas cada año, pero además los cetáceos deben enfrentarse a la contaminación, la pérdida de su hábitat natural y el cambio climático, amenazas todas ellas que ponen en riesgo la vida de toda la especie marina.
La Duma o cámara de diputados de Rusia aprobó hoy una ley que prohíbe la caza industrial de ballenas y delfines, pero sigue permitiendo las capturas con fines recreativos, práctica en la que China está muy interesada.
Se desplaza por las entrañas del mar como una más. La buceadora Ai Futaki mira de frente a las ballenas, nada con cocodrilos y nos cuenta, a través de luminosas fotografías marinas, que "somos parte del planeta, no dueños".
Las ballenas barbadas gigantes, como las azules, las rorcuales o las jorobadas, comen (y defecan) al menos tres veces más de lo que se pensaba, un dato que no solo cambia las previsiones sobre la salud y la productividad de los océanos, sino que además llega en un momento crucial para el planeta.
Cada año, de junio a diciembre, cientos de ballenas hacen de las costas de la Península Valdés, en la Patagonia argentina, su hogar: allí se aparean, dan a luz, socializan y hacen de sus saltos un show único de la naturaleza. Ahora, tras el parón turístico de 2020, estas indiscutibles 'estrellas' brillan de nuevo ante un público que no puede evitar quedar con la boca abierta.
Involucrar al sector marítimo internacional para evitar las colisiones de barcos con ballenas es el objetivo de la "whale-safe", una certificación de seguridad creada para reducir la "masacre silenciosa" de los casi 20,000 ejemplares que, según algunas estimaciones, mueren embestidos cada año.
Un vídeo que muestra a una treintena de ballenas jorobadas creando burbujas para cazar en aguas australianas se ha convertido en un importante documento gráfico que están estudiando los científicos para conocer mejor el comportamiento de estos cetáceos.
El primer ministro de Rusia, Mijaíl Mishustin, anunció este jueves que el Gobierno planea prohibir próximamente la caza de ballenas y delfines para proteger a estos mamíferos marinos.
Al abrigo de las cálidas aguas de la bahía de Samaná, noreste dominicano, las ballenas jorobadas retozan y coquetean, emergiendo de vez en cuando a la superficie para deleite de quien visita este santuario marino en época de apareamiento con intención de avistar tan colosal cetáceo.