Al comienzo del Neolítico, en el Creciente Fértil (actual Turquía), un pueblo de pastores llamado Asikli Höyük empezó a capturar muflones salvajes para usar su piel y su carne. Fue el inicio de un vínculo entre los hombres y las ovejas que dura ya más de 11,000 años.
El ADN revela la historia compartida entre las ovejas y los humanos durante 11,000 años
