Con el recital hoy de Bad Bunny, uno de las más destacados de la tercera y última jornada del evento, Coachella culminó tres días con mucho sabor hispano, ya que por sus escenarios pasaron artistas latinos como J Balvin, Rosalía, Mon Laferte, Javiera Mena o Los Tucanes de Tijuana, e incluso hubo algunas actuaciones sorpresa como las de Ozuna, Cardi B y Selena Goméz cantando "Taki Taki".
Pero el último día de Coachella, que se volverá a celebrar en Indio (EE.UU.) el próximo fin de semana con el mismo cartel, era el reservado con honores para Ariana Grande, el nombre en mayúsculas del festival de este año.
Dueña de una de las mejores voces de su generación y convertida ya en un máximo referente del pop mundial a sus 25 años, Grande comenzó a capela su concierto con "raindrops (an angel cried)" antes de soltar su primer as de la noche, "God is a woman".
Con un escenario presidido por una enorme esfera en la parte superior, la cantante jugó con decorados que simulaban "La última cena" o con un coche en el que un grafitero pintó "Arichella", posiblemente una referencia a "Beychella", que es como se conoce al Coachella de 2018 tras el histórico y monumental concierto de Beyoncé.
La primera gran sorpresa de la noche de hoy fue la aparición de NSYNC, sin Justin Timberlake, que regalaron una buena dosis de nostalgia con temas como "Tearin' Up My Heart".
Y mientras Grande se anotaba otro buen tanto con "Side to Side" se subió al escenario Nicki Minaj, quien además de sumarse a esa canción se animó con "Bang Bang".
Aunque la actuación perdió un poco de ritmo tras cruzar el ecuador, la artista se rodeó de un grupo de cuerda para "breathin" y luego dio la bienvenida a los raperos Mase y Diddy, que rindieron tributo a su compañero de aventuras de hip-hop The Notorious B.I.G. interpretando "Mo Money Mo Problems".
Con muchos asistentes a Coachella ya agotados tras 72 horas de fiesta, Grande finalizó su concierto con nota de la mano de éxitos imparables como "Into You" y "No Tears Left to Cry", tras los cuales la cantante ofreció "thank u, next" como bis antes de que volaran los fuegos artificiales sobre el desierto californiano.
A mitad de tarde fue el turno del puertorriqueño Bad Bunny, que triunfó con su trap latino en el escenario más grande de Coachella y que tuvo como invitado al colombiano J Balvin, que el día anterior también arrasó en el mismo lugar.
"Gracias por todo, de corazón. Para mí es muy grande estar aquí. Me siento muy feliz, muy agradecido con todos ustedes. Y (estoy) muy orgulloso de lo que represento, de la comunidad latina que ha llegado lejos hablando el idioma que hablan en mi país. Y representando a mi isla Puerto Rico y a los latinos en el mundo entero", dijo el boricua.
Ante un público mayoritariamente hispano, "el conejo malo" se lució con potentes y vibrantes temas como "Te boté", "MÍA", "Sensualidad" o "I Like It".
El adiós de Coachella, un festival referente del gusto hípster y de la cultura alternativa, hizo una vez más gala de la diversidad con el synth-pop de los escoceses CHVRCHES, el R&B del inglés Blood Orange, el "indie" de los noruegos boy pablo (cuyo cantante, Pablo Muñoz, es de origen chileno), o el rock psicodélico de los neozelandeses Unknown Mortal Orchestra.
Además, el cierre de Coachella contó con una sorpresa más: la aparición sin anunciar de Katy Perry durante la actuación de Zedd.