Se trata de la primera empresa estadounidense de esquistos que se ve obligada a cesar su actividad por la caída sistemática de los precios del barril estadounidense, que desde que comenzara este año han caído entre un 60 y un 70 %.
Los analistas señalan que esta podría ser "la primera empresa del dominó" que se ve forzada al cierre por la situación del mercado petrolífero y que otras compañías productoras de pequeño tamaño podrían seguir esta misma senda si los mercados continúan en esta situación.
Whiting Petroleum, cuyas acciones en los últimos meses habían perdido cerca del 90 % de su valor, se encamina ahora a una reestructuración durante la que esperan poder continuar con algunas operaciones de negocio y cumplir con sus obligaciones financieras.
La industria de esquistos estadounidense ya se enfrentó a problemas de solvencia el pasado año y, solo en 2019, 42 petroleras con más de 25,000 millones de deuda acumulada se declararon en bancarrota, según un informe de la firma jurídica Haynes & Boone.
"El esquisto de Estados Unidos es económicamente inviable. Algunas áreas y plantas volverán cuando los precios suban", opinó en declaraciones a la CNBC el analista jefe de Standard & Poors Global Platts, Chris Midgley.
Por su parte, el analista de la consultora energética Rystad Energy Artem Abramov, experto en esquistos, opinó en una nota que la bancarrota de Whiting Petroleum podría explicarse como una cuestión de "mala suerte".
"Desde una perspectiva de largo plazo, Whiting simplemente ha tenido mala suerte en los tiempos y en la toma de varias decisiones estratégicas", expresó el analista, que aludió a la compra por 6,000 millones de la empresa Kodiak Oil & Gas justo antes de que los mercados energéticos colapsaran entre 2014 y 2016.
Se estima que en Estados Unidos, donde los costos de producción son más elevados que en otras partes del mundo, las empresas energéticas necesitan que el precio del barril se sitúe en torno a los 20 o 25 dólares para que la producción resulte rentable.
Actualmente, el barril de Texas (WTI) ronda los 20 dólares, pero se encuentra a merced de lo que ocurra entre Arabia Saudí y Rusia, que ya comienzan a acercar sus posturas pero que en los últimos meses han protagonizado una guerra de precios sin precedentes que les ha llevado a aumentar la producción, buscando aumentar su cuota de mercado, en un contexto de escasa demanda por la crisis del COVID-19.