Cochez, destituido el pasado 17 de enero de su cargo por emitir unas críticas a la OEA y a Venezuela sin el permiso del Gobierno panameño, pronunció hoy una conferencia en el centro de estudios conservador Cato Institute, un día antes de abandonar Washington para volver a Panamá.
"Es evidente que el temario político de la OEA ha sido dominado en los últimos años por los países de la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América)", señaló Cochez.
"Su próximo paso, con la partida eventual de (el secretario general de la OEA, José Miguel) Insulza, es tomar la OEA entera. Será entonces cuando la convertirán en inoperante en este terreno (político)", añadió.
El diplomático destituido evaluó sus tres años y medio en el organismo y consideró que "si no hubiera sido por Panamá", con el apoyo de Canadá y Costa Rica y en ocasiones de Estados Unidos, Colombia o Perú, "el secuestro de la OEA se habría perpetrado mucho antes".
"Creo que ahora es irreversible, especialmente porque el interés del secretario general Insulza está en Chile y sus aspiraciones senatoriales allí, y no en la OEA", señaló.
El propio Insulza ha negado en dos ocasiones que se plantee entrar en la carrera por un escaño en el Senado de su país, como han señalado algunas informaciones de prensa chilena, y ha asegurado que no hará nada similar mientras sea secretario general.
Cochez se refirió también a la situación política en Venezuela y recordó el escaso respaldo que obtuvo su petición de acción en el Consejo Permanente de la OEA el día anterior a su destitución, el 16 de enero, cuando sólo Canadá reaccionó con una propuesta de enviar una misión de evaluación a Caracas que se quedó en el tintero.
"El silencio conspiratorio fue vergonzoso ese día en la OEA", consideró el exembajador, que denunció especialmente a Estados Unidos por asegurar que respetaría el orden constitucional en Venezuela.
"Parece que la política del Departamento de Estado sea disminuir la importancia de la OEA", señaló.
Recordó la carta en la que cuatro senadores estadounidenses, entre ellos el actual secretario de Estado John Kerry, criticaron el pasado noviembre la gestión de Insulza, principalmente en el terreno financiero, y aseguró que no tuvo consecuencias "porque la representación de Estados Unidos en la OEA no quiso plantear el asunto".
Además, aseguró que en el debate sobre la reforma de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la ALBA "ha asumido el rol de ser un obstáculo" con el fin de "debilitar la Comisión".
William Berenson, un abogado que hasta 2012 ocupó varias posiciones legales en la OEA durante más de 30 años, intervino también en la conferencia para opinar que no existe un secuestro del organismo, sino "un reajuste de factores políticos".
Si hace diez años Estados Unidos "podía tomar todas las decisiones que quisiera" en la OEA, la emergencia de grupos regionales y la imagen de vulnerabilidad que asumió Washington tras los atentados del 11-S cambiaron la dinámica, "y los países de la ALBA comenzaron a llenar el vacío", indicó.
En ese contexto, Insulza "ha tenido un papel más difícil" que cualquier otro secretario general de la OEA, y aunque ha sido "selectivo" en los asuntos en los que opinaba, "no se ha quedado callado" en todos los dilemas democráticos del continente.