Este año que está por terminar, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) lamentó la sensible pérdida de investigadores que laboraron durante varias décadas en el Instituto, dejando un vasto legado científico y académico, fruto de una ardua labor en las diversas áreas de la historia, la antropología y la arqueología, que constituye una gran aportación a la comprensión de nuestro pasado y representan una herencia invaluable para las futuras generaciones.
Elsa Malvido, estudiosa de la muerte
La especialista trabajó durante 44 años en el INAH, donde desarrolló investigaciones de largo aliento sobre el devenir de la salud, la enfermedad y la muerte en México. Fue una de las más reconocidas investigadoras de la Dirección de Estudios Históricos (DEH), donde desde 1987 coordinó el Taller de Estudios sobre la Muerte, el proyecto Salud-Enfermedad de la Prehistoria al Siglo XXI (a partir de 1986), y el Seminario de Demografía Histórica, en el que comenzó a trabajar desde 1970.
Una de sus mayores aportaciones fue el Congreso Internacional sobre Salud y Enfermedad de la Prehistoria al Siglo XXI, foro multidisciplinario en el que especialistas de distintos países se reunían para debatir en torno a problemáticas que en materia de salud enfrenta la población desde tiempos remotos.
Además, formó parte de diversos proyectos de investigación del INAH, entre ellos Chapultepec, cementerio de San Miguel Chapultepec (2004-2007), Las catacumbas del Templo de San Agustín, Aguascalientes, junto con la Secretaría de Obras Públicas de ese estado (2005-2007), y Las momias de México (1999-2008), en el que hizo labor de catalogación para la Dirección de Antropología Física del Instituto.
También participó en la edición del disco Suenen tristes instrumentos, música funeraria mexicana (2001); fundó y curó el Museo de la Muerte en San Juan del Río, Querétaro, en 1996. Publicó múltiples artículos que versan sobre temas como demografía histórica, salud-enfermedad, momias y rituales mortuorios en el México prehispánico y colonial.
Phil Weigand, descubridor de Guachimontone
El reconocido arqueólogo y antropólogo de origen estadunidense se dedicó durante más de 40 años al estudio de las civilizaciones precolombinas que habitaron el Occidente de México, llegó a México en los años 60 para trabajar en Zacatecas y en Jalisco, en lo que ahora se conoce como el área de Guachimontones, donde junto con su esposa Acelia García, halló los vestigios de una civilización no registrada hasta ese momento y a la cual dedicarían más de 30 años de estudio.
Hijo de padre alemán y madre francesa, Weigand estudió Historia en la Universidad de Indiana, y posteriormente cursó estudios en Antropología y Arqueología en la Universidad Illinois. El pasado 21 de marzo fue homenajeado por sus 40 años de entrega a la investigación y rescate de los vestigios arqueológicos pertenecientes a la tradición cultural Teuchitlán.
Entre los libros que publicó se encuentran Antropología en Jalisco: una visión actual, Arqueología del Occidente y Norte de México, La cerámica arqueológica de la tradición Teuchitlán, Jalisco: tipología, análisis petrográfico y cronología, Estudio histórico y cultural sobre los huicholes y La mitología de los huicholes.
Samuel Mata Diosdado, apasionado de la arqueología de Colima
Con una labor de más de tres décadas en el INAH, el arqueólogo participó con gran empeño en diversas investigaciones, entre ellas el proyecto arqueológico Bahías de Manzanillo, Colima; en las zonas arqueológicas de Tres Cerritos y Huandacareo, así como en Barranquilla Chica, Michoacán; y en el hallazgo de un conjunto de entierros en Playa del Tesoro, también en Manzanillo.
Asimismo, participó en innumerables trabajos de exploración y salvamento desde la Dirección de Salvamento Arqueológico, destacando su aportación en los proyectos hidroeléctricos de Guerrero y Oaxaca, y en un rescate arqueológico en Huamantla, Tlaxcala. Sus investigaciones se extendieron a la Zona Arqueológica El Médano, en Cabo San Lucas, BCS; y al Valle de Cocula, en Guerrero. Sus últimas investigaciones las realizó como especialista del Centro INAH-Colima.
Uno de los temas a los que dedicó diversos estudios fue la escultura en piedra y la industria lítica de El Chanal, asentamiento prehispánico del Occidente de México; otra de sus investigaciones fueron “Economía indígena del valle de Colima en el Posclásico vista a través del utillaje cotidiano”, “La obsidiana y el comercio prehispánico en Colima” y “Entre la cotidianidad y el ritual, los artefactos de molienda en contextos funerarios del Formativo Tardío en el Valle de Colima”.
Escribió, junto con María de los Ángeles Olay Barrientos, el libro Los rescatadores de tesoros. El Golden Gate, un caso y Piedras sacras y profanas, catálogo de piedra arqueológica, Museo de las Culturas de Occidente “María Ahumada de Gómez”.
Perla Valle Pérez, tras las huellas de los códice
Profesora e investigadora de la Dirección de Etnohistoria, realizó acuciosos estudios sobre diversos códices, entre ellos el Memorial de los indios de Tepetlaoztoc (Códice Kingsborough), del Estado de México, manuscrito de carácter jurídico pintado en 1554, del que se hizo una edición facsimilar y una de divulgación.
El Códice de Tlatelolco y la Ordenanza del Señor Cuauhtémoc, son otros de los documentos históricos que fueron ampliamente estudiados por la etnohistoriadora, en colaboración con los investigadores Xavier Noguez y Rafael Tena.
Entre sus publicaciones destaca también El Templo Mayor y el recinto sagrado de México Tenochtitlan en fuentes del siglo XVI, que realizó junto con Emma Pérez-Rocha, Lourdes Suárez Diez y Bárbara Dahlgren, del cual se reeditó en 2009 una versión actualizada bajo el título Corazón de Cópil. También publicó gran cantidad de artículos y ponencias presentadas en diversos foros académicos sobre manuscritos del centro de México y la sociedad indígena del siglo XVI.
Egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), cursó la maestría en Ciencias Antropológicas con especialidad en Etnohistoria, y un doctorado en la UNAM, dentro del Programa de Estudios Mesoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras. A últimas fechas laboraba en el proyecto “Pintura del gobernador, alcaldes y regidores de México (Códice Osuna). Testimonios de la impartición de justicia a la sociedad indígena en el siglo XVI”, como su tesis de doctorado.
María Eugenia Fuentes Bazán, nueva mirada a la historiografía
Considerada uno de los pilares historiográficos de México, fue una destacada investigadora del INAH por más de tres décadas. Como parte de su labor en la Dirección de Estudios Históricos, trabajó en el análisis de documentos de la Revolución Mexicana y elaboración de la guía del Fondo Jesuita, ambos del Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
A lo largo de su trayectoria se abocó al estudio del metodismo en México y a sus diversas aportaciones, rescatando la participación de maestros protestantes en la Revolución Mexicana —quienes eran al mismo tiempo estudiantes de teología del Instituto Metodista Mexicano de la ciudad de Puebla—, que para la especialista constituía un tema poco tratado en la historiografía de la Revolución Mexicana, pese a que estos personajes contribuyeron activamente tanto en la difusión de las ideas del Partido Liberal Mexicano, como en el movimiento antirreeleccionista.
La historiadora, egresada de la UNAM, participó en el libro El protestantismo en México (1850-1940). La iglesia metodista episcopal, con un texto alusivo a “La educación metodista y la Constitución de 1917”; también escribió El metodismo en el estado de Tlaxcala (1875-1920).
Mario Pérez Campa, profusa labor en la arqueología
Con más de tres décadas de labor en el INAH, el arqueólogo coordinó diversos proyectos de investigación, entre ellos Bonampak y Yaxchilán, en Chiapas; Hueyatlaco, en Puebla; y Cuicuilco y Centro Histórico, en la Ciudad de México.
El investigador, con estudios de arqueología en la ENAH, y de maestría y doctorado en la UNAM, ocupó diversos cargos dentro de la Institución, entre ellos, responsable de la Unidad de Arqueología Colonial de la Dirección de Monumentos Históricos (1982-83); investigador de la Dirección de Restauración del Patrimonio Cultural (1985); director de Apoyo Técnico y Académico de la Coordinación Nacional de Centros Regionales (1988); director de la delegación del INAH en Tabasco (1991-93); director técnico de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones (1993-94); secretario técnico del INAH (2006-2007); director del Museo Regional de Aguascalientes (2010) e investigador de la Zona Arqueológica de Cuicuilco (2010-2011).
Fue autor de libros como Bonampak: aproximación al sitio a través de los materiales cerámicos y líticos; El misterio de los mayas, miniguías de Bonampak, Yaxchilán y Cuicuilco; y audiolibros de Palenque y Cacaxtla, además de escribir numerosos textos para distintas publicaciones científicas y académicas, y realizar el guión científico y la curaduría de diversas exposiciones.
Sergio Lorenzo Yáñez Reyes, formador de especialista
El profesor Yáñez se distinguió por su empeño en la formación de innumerables generaciones de antropólogos e historiadores en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Trabajó con esmero en el proyecto de análisis de la historia reciente del INAH, en particular de las dos últimas administraciones (1992-2000 y 2000-2006), con el fin de comprender su papel y perspectiva actuales en el espacio cultural mexicano, así como formular iniciativas fundadas y viables para el despliegue futuro de la institución.
En 2005 obtuvo la medalla al mérito universitario, otorgada por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, por sus estudios de especialización en ciencias antropológicas, y en 2010, la medalla dorada que entrega el INAH en reconocimiento a sus 25 años de labor en la Institución.