Las tres profesionistas han desarrollado una carrera en áreas laborales y del conocimiento que hace unas cuantas décadas se asumían exclusivas para varones.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, tres especialistas con formación en ingeniería, presentan su experiencia como ingenieras y, después, como investigadoras con grado de doctorado en sus diferentes áreas de estudio y los retos que han librado para dedicarse a la ciencia y tecnología.
Hace años el estudiar una ingeniería era un reto desde la formación profesional, pero siempre lo más importante era responder con trabajo, así lo consideró la doctora Yisa María Ochoa Fuentes, Profesora – Investigadora del Departamento de Parasitología de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) Nivel 1.
“Soy Ingeniero agrónomo en suelos y con maestría y doctorado en parasitología agrícola, cuando ingresé a la universidad en el 94 era un mundo de hombres, prácticamente había entre 50 mujeres (cuanto mucho), contra el resto de hombres 2 mil o 3 mil. De forma personal nunca sentí la diferenciación, sin embargo había compañeros que si me la querían hacer saber, siempre decían cosas como ‘tú eres mujer’, casi casi ‘tú vete a la cocina’ o ‘dedícate a otra cosa’, pero el carácter y el trabajo es lo que te va sacando”.
En contraste, la doctora Fabiola Constanza Nava Alonso, Investigadora del Departamento de Ingeniería Metalúrgica, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), Unidad Saltillo; señaló que durante la carrera de Ingeniería Química, a pesar que en su generación eran 60 hombres y solo 3 mujeres, el ambiente siempre fue bueno. Pero, en la industria siderúrgica hace 30 años tuvo muchos retos para ejercer su carrera.
“En las industrias de hace 30 años era muy importante (si eras hombre o mujer), empecé trabajando en fábricas de acero donde no había mujeres, todos los obreros e ingenieros eran hombres mayores y con un puesto más alto. Para cualquier joven supone un reto su primer trabajo porque estás sin experiencia, pero es un poco más difícil cuando son muchos ingenieros con experiencia y llega una mujer joven a mandarlos”.
La especialista Nava Alonso recordó diferentes retos que tuvo que enfrentar, como no poder ingresar a ciertas empresas que prohibían el paso a mujeres.
“Me enfrenté a muchísimos retos porque trabajé en una fábrica que hacia piezas automotrices, tenía que ir a llevar motores a empresas y no dejaban entrar mujeres. Como responsable de las piezas que están mal no podía entrar porque se prohibían mujeres. Muchas veces me tocó quedarme en la puerta, que mis ingenieros entraran a ver y me dijeran el tamaño del problema para resolverlo”.
La investigadora Nava Alonso, añadió que incluso recibió menos sueldo que sus compañeros varones, debido a que ella “no tenía familia que mantener”. Sin embargo continuó sus estudios de posgrado.
“Cuando terminé mi maestría escribí cartas a empresas pidiendo trabajo y recibí cartas que decían ‘muy bien su curriculum pero no aceptamos mujeres en esta empresa’ y tengo varias cartas de empresas con las que ahora trabajo”, subrayó.
Por su parte, la doctora América Morales Díaz, profesora – investigadora titular del grupo de Robótica y Manufactura Avanzada del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), Unidad Saltillo, divide su experiencia como ingeniera química petrolera en dos facetas.
“Mi experiencia ha sido en dos vertientes, una es placer por las ciencias y las matemáticas, y la segunda creo que no es tan actual, pero que te dijeran que por ser mujer no lo podías hacer, había empresas que no te permitían trabajar por ser mujer. Pero con esas dos experiencias está la parte de descubrir cómo diseñar nuevos equipos, como ver los fenómenos físicos, apropiarte de ellos y transformar los bienes”, puntualizó la científica.
La doctora Morales Díaz, mencionó que trabajó en una empresa que produce tuberias, inició como laborista y un jefe le permitió rolar turnos, fue la única mujer en la planta (siendo 3 ingenieras en total) que trabajó los tres turnos.
“Fue bien retador trabajar de noche, te da mucho sueño, es cansado y darte a respetar en todos los sentidos con todos los demás compañeros, con los ingenieros y los obreros. Eres igual que cualquiera, al final haces el trabajo y lo haces bien y te gusta. Creo que eso es lo más importante, si algo te gusta y te apasiona lo haces y te va a costar mucho trabajo pero sale. La pasión de hacer algo con gente que desea compartirlo”, enfatizó la investigadora.
La doctora Ochoa Fuentes, concuerda en que los retos para desempeñar una ingeniería son con el mismo grado de exigencia, independientemente del género.
“La verdad deben ser los mismos retos, al final del día estas luchando por lo mismo, por lograr los mismos objetivos y los retos uno se los pone. Hay unas que dicen que ya son ingenieras y hasta ahí, pero si te quieres dedicar a la investigación, docencia, a la difusión de tus resultados a vinculación con otros sectores e incluso hacer tu propia empresa, ya depende de ti, más que del género, depende de la persona, de las expectativas y de las ganas que tenga”, destacó la científica de la UAAAN.
Actualidad y Perspectiva
Las ingenieras expresaron que, a pesar de trabajar hace algunas décadas por menos sueldo y discriminadas por su género y en una época donde ser madre detenía la vida laboral en la industria; en la actualidad ven un cambio de paradigma en las nuevas generaciones, tanto de hombres como de mujeres.
“Es muy fascinante, llegue hace 11 años a Cinvestav y solamente había 3 investigadoras, ninguna con hijos y actualmente somos 12, el 22 por ciento aproximadamente, cada vez somos más, las nuevas generaciones son casadas o con hijos. En cuanto a las estudiantes se casan, tienen hijos, hacen el doctorado, el posdoctorado; ya no es algo para que tu carrera se detenga, al contrario, en la vida real cuando tienes hijos te impulsa más”, recalcó la doctora Morales Díaz.
La investigadora Nava Alonso añadió que dar a conocer el trabajo y contribuciones de las mujeres en diferentes áreas del conocimiento, fomenta la creencia que las mujeres pueden ser científicas.
“Podría un poco romper la creencia, que muchas veces es un poco cultural, de que las niñas tienen que estar en su casa o se van a casar y van a tener niños y no necesitan estudiar. Creo que así estamos perdiendo un montón de cerebros que podían hacer desarrollos importantes. Por otro lado que los muchachos vean que sus esposas tienen la misma capacidad, que tengan otro concepto de lo que pueden hacer sus hijas”.
La científica Ochoa Fuentes comentó que ve a las ingenieras cada vez más incorporadas en el área laboral y las estudiantes demostrando que tienen capacidad y deseos de crecimiento.
“Siento que cada vez las ingenieras van a estar más incorporadas, porque simplemente la situación de instituciones como esta, ya tenemos como un 30 o 40 por ciento de mujeres. En particular con estudiantes de licenciatura, ellas son las que están obteniendo los mejores promedios, se están dedicando más y quieren movilidad, ya están agarrando la suficiente confianza o ya se sienten un poco más seguras de que no serán rechazadas y que en cualquier campo que ellas decidan se pueden desarrollar”.
Las especialistas visualizan con optimismo el futuro de las ingenieras, tanto en la industria como en la academia como investigadoras.
“Las muchachas de ahora las veo más fuertes de lo que yo me sentía en ese entonces, no se dejan, tienen más seguridad en sí mismas. Vi muchas cosas, con muchísimos problemas, pero ahora ya no está igual. Creo que va cambiando, la gente en las industrias se ha dado cuenta que el trabajo de la mujer es valioso, complementario”, señaló la doctora Nava Alonso.
En cuanto a la científica Morales Díaz, subrayó que a nivel ingeniería aún hay pocas mujeres estudiando y es necesario elevar el número, agregó que el próximo objetivo será enfocarse en fomentar las mujeres en la ciencia en todas las comunidades, y no solo en zonas urbanas, a través de talleres y experiencias vivenciales para motivar a las jóvenes a que “sientan” los conceptos científicos.
“Yo lo visualizo como la UNESCO y lo comparto, que tenemos cifras de que en la población mundial el 55 por ciento somos mujeres y el resto hombres, deberíamos tener cifras aproximadas en todas las áreas o al menos equilibradas, porque tenemos capacidades intelectuales similares, pero habilidades diferentes que van a enriquecer los nuevos descubrimientos que ahora se requieren”.
Para finalizar la especialista Ochoa Fuentes agregó que en el presente existen muy buenos programas y oportunidades que buscan integrar a las mujeres a la investigación y la equidad de género como Cátedras Conacyt. Sin embargó, enfatizó que, más allá de una cuestión de género, las personas deben destacar y trascender por sus capacidades y talento.
“Depende de las personas, hasta dónde quieres llegar y las barreras te las pones tú, no el género, si eres hombre o mujer u otro tipo de aspectos, depende de uno, el carácter y el trabajo te van sacando”.