Sin embargo, los problemas de disponibilidad de recursos hídricos para esta actividad se deben a que la región se encuentra en una zona árida, con acuíferos que tienen problemas de sobreexplotación y de intrusión salina, lo que provoca que muchos pozos presenten altos niveles de concentración de sales.
Tan solo en la región suroeste de esa entidad, existen más de 400 pozos agrícolas abandonados por esta problemática, explicó el jefe del Departamento de Ciencias del Agua y Medio Ambiente del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson), Germán Eduardo Dévora Isiordia.
De acuerdo con el investigador, la intrusión salina se produce cuando el agua del mar comienza a ingresar al pozo debido a su sobreexplotación. Con el paso del tiempo la salinidad aumenta. Utilizar este recurso provoca daños en las propiedades del suelo y en el desarrollo vegetativo del cultivo.
Por lo anterior, la desalación o desalinización se presenta como una alternativa para la recuperación de pozos agrícolas abandonados. Se trata de un proceso que consiste en separar la sal del agua de mar, con el uso de técnicas de membrana o cambio de fases. A través de poros muy pequeños, los sistemas por membrana eliminan las sales disueltas del agua de mar favorecidas por una alta presión, describió el doctor en Ciencias con especialidad en Biotecnología y Desalación.
En palabras del especialista, en México existen alrededor de 500 plantas desalinizadoras, en su mayoría utilizadas por el sector turístico. La tecnología, dijo, representa una valiosa alternativa para la agricultura de la zona norte del país, donde la disponibilidad de agua es severa.
Bajo ese contexto, en 2013 investigadores del Itson instalaron una planta desalinizadora de ósmosis inversa en un cultivo de sorgo en el Valle del Yaqui, la primera en el país para estos fines.
El proceso consistió en bombear agua a una alta presión y pasarla a través de membranas semipermeables que separan el agua y la sal, obteniéndose dos productos: salmuera y agua con baja concentración de sal, que tratada adecuadamente puede utilizarse como agua potable, indicó el investigador del Itson.
“Con el uso de agua proveniente de la tecnología de desalación con una concentración de 90 miligramos por litro (mg/l) de sólidos disueltos totales, se logró incrementar la producción de alrededor de una tonelada por hectárea de sorgo en comparación con el riego con agua salada, que tiene una concentración de 4 mil 500 mg/l de sólidos disueltos totales”, expresó.
Este 2015, el experimento fue replicado en el uso de hortalizas de alto rendimiento, donde se obtuvieron seis toneladas más, para el caso de tomatillo variedad gran esmeralda.
La tecnología, destacó el doctor Dévora Isiordia, proporciona las características ideales en calidad del agua para el crecimiento vegetativo del cultivo, lo que favorece el aumento de la producción agrícola.
Además, con la aplicación de esta los agricultores no tendrán que preocuparse por la siembra de cultivos que no toleren la concentración de sal de sus aguas subterráneas, por lo que podrán enfocarse en la producción de aquellos con alto rendimiento y de mayor valor comercial.
“El proyecto permitirá la transferencia de tecnología al sector agrícola, y el poder utilizar el agua salada como fuente de ingreso de la planta desalinizadora, la cual obtendrá como producto agua con las características libres de sales o bacterias”, dijo.
El equipo del doctor Eduardo Dévora Isiordia trabaja actualmente en el desarrollo de transferencia de tecnología y en la aplicación de sensores para el control de riego exacto.
“Esto representa un adelanto al sector agrícola, una de las actividades que demanda un gran consumo del recurso hídrico. En la zona norte debemos optar por la aplicación de estas tecnologías. En particular, los costos de producción son un factor de éxito en los lugares donde se emplea la desalinización, en la agricultura, así como en otras industrias”, resaltó.
A decir del especialista, la desalinización se presenta como una fuente de abastecimiento de agua dulce que permite contrarrestar la demanda de los recursos hídricos en las próximas décadas.
“Tendremos que mirar hacia el mar, hay países que prevén la baja disponibilidad de agua y ya utilizan estas tecnologías. En México debemos tener esa visión a futuro. Con estos proyectos pretendemos hacer conciencia y dar a conocer la existencia de estas herramientas”, concluyó el experto.