Como ha ocurrido en las negociaciones anteriores, los líderes mundiales no deben fracasar de nuevo en Pittsburgh.
Tienen que poner dinero sobre la mesa para apoyar a los países en desarrollo. También es fundamental que los líderes del G-20 se pongan de acuerdo para poner en marcha la recuperación económica a través de la inversión en energías renovables. Estos dos elementos son vitales para lograr un buen acuerdo en la Cumbre de Copenhague en diciembre de 2009 y evitar así un cambio climático catastrófico.
“Falta muy poco para Copenhague y –entre otros retrasos- no hay dinero suficiente puesto sobre la mesa para hacer frente al cambio climático; y sin esto cualquier acuerdo alcanzado no será más que intenciones de papel. Es necesario que estos gobernantes dejen de reducir las expectativas respecto a la forma de bajar los niveles de emisión de gases de efecto invernadero y pasen a la acción con acuerdos de corto, mediano y largo plazo. Mientras todos hablan y no concretan, el cambio climático sigue avanzando”, añadió María José Cárdenas, coordinadora de Clima y Energía de Greenpeace.
El martes, el secretario de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, durante el segmento de cambio climático de la 64ª Asamblea General, en Nueva York, puso al descubierto las divisiones entre los países en desarrollo dispuestos a comprometerse a la acción y la retórica vacía de los países desarrollados.
Greenpeace exige a los países desarrollados aportar al menos 140 mil millones de dólares por año a partir de ahora y hasta el 2020 a los países en desarrollo, a fin de que puedan adaptarse y tomar medidas respecto al cambio climático y para financiar la protección de los bosques. Sin embargo, el tiempo se acaba. No hay más tiempo qué perder.