Mangueira y Beija-Flor derrochan lujo y color en la velada de cierre del carnaval de Río

Desfiles lujosos y llenos de color de Mangueira y Beija-Flor, que cada año están entre las favoritas al título, marcaron la última velada de desfiles de las escuelas de samba del carnaval de Río de Janeiro que concluyó en la madrugada de hoy.

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Integrantes de la escuela de samba Mangueira desfilan en el sambódromo del Carnaval de Río de Janeiro (Brasil)

La Estación Primera de Mangueira, dedicó a Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso, su innovadora presentación en el sambódromo Marqués de Sapucaí, pero problemas técnicos en una carroza y el alto número de integrantes hicieron que la escuela excediera en seis minutos el tiempo máximo de 82 minutos para el desfile.

Por cada minuto de más, la escuela pierde un décimo de punto, lo que significa que Mangueira comenzará en desventaja ante sus rivales mañana cuando se escoja a la ganadora del carnaval, lo que llevó a las lágrimas al final del desfile a su presidente, Ivo Meirelles.

Más allá de las fallas técnicas, Mangueira emocionó al público al introducir como novedad la división de su banda de músicos en dos grupos, unos vestidos de maquinistas de tren y otros de cocineros, que se alternaron en la ejecución de la samba.

En su dedicatoria a Cuiabá, ciudad del centro-oeste del país, Mangueira recordó a los "bandeirantes", expedicionarios que expandieron las fronteras de Brasil cuando todavía era una colonia portuguesa, y su relación con los indios de la zona de Mato Grosso, así como la fauna y la flora típica de esa región.

El lujo y la grandeza de las carrozas también fue una característica de Beija-Flor, escuela que presentó un desfile dedicado a los caballos de paso mangalarga, una raza brasileña.

Para contar su historia, Beija-Flor escenificó en el sambódromo las leyendas de las batallas del caballero San Jorge contra el dragón, de Pegaso, de los centauros y del caballo de Troya.

Igualmente recordó las campañas militares de Alejandro Magno a lomos de Bucéfalo, del rey persa Darío, del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda, de los Cruzados, y la afición por este animal de los gitanos, representados en fiestas con un derroche de color en la indumentaria.

Imperatriz Leopoldinense basó su desfile en Pará, un estado de la Amazonía brasileña, del cual mostró su deslumbrante riqueza natural, pero también la devastación causada por el hombre.

La escuela llevó al sambódromo la cerámica marajoara, pueblo indígena que habitó la isla de Marajó, en el delta del río Amazonas; la riqueza gastronómica y turística, como el mercado de Ver-o-Peso, en Belén, la capital regional, y las tradiciones religiosas, representadas en la multitudinaria procesión del Cirio de Nazaret en la misma ciudad.

Imperatriz completó con artistas paraenses en sus carrozas, como las cantantes Fafá de Belém y Gaby Amarantos o la actriz de telenovelas Dira Paes.

La última jornada de los desfiles la comenzó Sao Clemente, escuela que cada año lucha por mantenerse en la elite del carnaval, con un espectáculo dedicado a escenas y personajes famosos de la televisión brasileña.

Bajo el título "Horario noble", Sao Clemente centró su presentación en las telenovelas que se emiten en el horario estelar, que es el mismo del comienzo de los desfiles en el sambódromo.

La escuela puso en escena personajes de telenovelas como "La esclava Isaura", "Ronda de piedra", "El astro", "Gabriela", "Roque Santeiro" o "Avenida Brasil".

Con un tema más económico que artístico se presentó Grande Río, que contó con samba la campaña del estado de Río de Janeiro por impedir un cambio en el reparto de las regalías del petróleo, con el argumento de que esa mudanza perjudicaría sus finanzas puesto que es el mayor productor de crudo del país.

Al ritmo del coro que decía "lo que es mío es mío", en referencia a las regalías del "oro negro", Grande Río hizo un recorrido por las diferentes etapas de la industria petrolera, desde la extracción del crudo a grande profundidades en el litoral brasileño con plataformas y sondas robóticas.

El telón lo bajó Unidos de Vila Isabel, que cantó a los hombres del campo y a la vida en el interior del país con representaciones del gallo que despierta a los campesinos, de sus comidas típicas, productos, manifestaciones culturales y creencias religiosas.