El portavoz del Ministerio de Interior y de Seguridad Nacional de Hamás, Iyad Al Bozum, dijo en un comunicado que el corte del agua potable "está obligando a beber agua contaminada" a los gazatíes.
Auguró que esto va a desembocar en una crisis sanitaria que va a amenazar la vida de los ciudadanos que viven en la Franja.
El drama de la sed se cierne sobre una población de 2.3 millones de gazatíes por la falta de agua, que no se debe tanto al cierre de las tuberías ordenado por Israel hace hoy una semana y revocado este domingo parcialmente, sino más bien por la falta de combustible para las desalinizadoras de Gaza que abastecen a la población repartiendo agua en camiones.
El agua del grifo en la Franja, extraída del subsuelo, es prácticamente imposible de beber por su alta salinidad.
Aproximadamente 600,000 personas, la mitad de los habitantes de la parte norte, han hecho caso a la orden de evacuación israelí que afecta esta región y se han trasladado al sur, creando una situación de crisis humanitaria de enormes dimensiones en las ciudades meridionales de Jan Yunis y Rafah, que no están preparadas para tal emergencia.
La tensión en Cisjordania ha aumentado enormemente desde que Hamás lanzara, el 7 de octubre pasado, un ataque por tierra, mar y aire desde Gaza, que causó al menos 1.400 muertos, la gran mayoría civiles, y ha desencadenado un duro contraataque de Israel, que lleva diez días bombardeando la Franja de Gaza, con un saldo, por ahora, de al menos 2,750 palestinos muertos y 9,700 heridos.