"Aquí todo el mundo quiere que vuelvan los americanos, a todos nos iba mejor", explica a EFE Anna Magsay, vendedora ambulante de 46 años, que ya vendía "souvenirs" al personal estadounidense hace décadas.
A este refugio natural en la costa noroccidental de Filipinas, apenas 120 kilómetros al norte de Manila, Washington podría enviar tropas estadounidenses 31 años después de marcharse, en un momento clave en el pulso entre China y EE.UU. por expandir su influencia en el Pacífico.
En la zona aún hay vestigios de la presencia estadounidense: varios búnkeres abandonados por su Ejército donde se almacenaba munición, que hoy se esconden bajo una tupida vegetación, flanquean una de las carreteras antaño restringidas al personal militar.
Desde el idílico enclave, rodeado de un denso bosque tropical, todavía se aprecia la magnitud de la base naval estadounidense abandonada hace tres décadas, y que ahora figura como uno de los posibles nuevos emplazamientos para las tropas norteamericanas.
Subic, un complejo militar que fue clave durante la guerra de Vietnam -cuando llegó a albergar hasta 47 buques de la armada de EE.UU., acogiendo a más de 4.300 estadounidenses-, suena como una de las nuevas bases a las que tropas de EE.UU. podrán tener acceso en el país.
Así lo acordaron el pasado 2 de febrero Filipinas y EE.UU., extendiendo el Pacto Mejorado de Cooperación en Defensa (EDCA, por sus siglas en inglés), de modo que se añaden cinco bases más a las cuatro preexistentes a las que EE.UU. ya tiene acceso en el archipiélago asiático desde 2014.
Subic es un enclave geoestratégico crucial: está situado a unos 800 kilómetros al sur de Taiwán y unos 700 kilómetros al norte del archipiélago Spratly, en el mar de China Meridional, disputado entre China y países de la zona, entre ellos Filipinas, por lo que daría acceso a ambas áreas contenciosas a los barcos estadounidenses.
Se trata, además, de un momento de escalada de tensiones, cuando China aumenta su expansión por las aguas del mar del Sur, ricas en recursos y cruciales para el transporte de mercancías, y, sobre todo, cuando aumenta la preocupación por la soberanía de Taiwán.
Y es que China no descarta invadir la isla autogobernada, que considera parte de su territorio y que Washington en principio defendería, por lo que la ubicación de Filipinas la ha convertido en una pieza clave en el pulso entre las dos grandes potencias.
Por su parte, Filipinas, que durante la presidencia de Rodrigo Duterte (2016-2022), se acercó a China, ha dado un giro de timón tras la llegada de Ferdinand Marcos Jr. el pasado año, buscando reforzar su histórica alianza de seguridad con Estados Unidos, en especial ante el aumento del acoso a sus barcos por parte de buques chinos en aguas territoriales filipinas.
APOYO ENTRE LA POBLACIÓN LOCAL
En Subic, un pueblo que prosperó gracias a la inversión de EE.UU en la región y que se convirtió a partir de 1992 en una zona franca, es difícil encontrar a alguien que se oponga al regreso de las tropas estadounidenses.
Para Jonny Pois, camarero de un restaurante frente a la playa, "la vuelta de EE.UU sería muy buena para los negocios. Bares, restaurantes y hoteles estaban antes llenos aquí", relata.
Sin embargo, el subdirector de la Autoridad de la Bahía de Subic, Ramón Agregado, se muestra más cauteloso, aunque previene que la decisión final sobre si Subic recibirá de nuevo a las tropas de EE.UU. la tomará el Gobierno central en Manila.
"Hay muy buenos recuerdos de la presencia norteamericana en la zona, por lo que generalmente la gente apoya el regreso". Sin embargo, Agregado matiza que "tenemos que entender que Subic es un centro de inversión, y hasta donde sea posible, queremos mantener nuestros intereses económicos", sin verse envueltos en conflictos.
"¿POR QUÉ ES NUESTRA GUERRA TAIWÁN?"
La utilización de nuevas bases para apoyo estadounidense, cuya ubicación está por desvelarse, no es del agrado de toda la clase política filipina.
El gobernador de una provincia norteña de la isla de Luzón donde podría estar otra de las bases, a menos de media hora en avión de Taiwán, Manuel Mamba, se ha opuesto públicamente a ello, ya que ve a China, el principal aliado comercial de Filipinas, "como un amigo y socio", y añadió recientemente que pasarían "noches en vela" si se desatara un conflicto entre EE.UU y China.
La misma hermana del presidente filipino, la senadora Imee Marcos, ha cuestionado la iniciativa y ha pedido al Ejército filipino hablar claro: "¿Por qué es nuestra guerra Taiwán? Entonces, ¿vamos a luchar por EE.UU?", inquirió en una audiencia en el Senado el pasado miércoles.