Recarbonizar el suelo para luchar contra el cambio climático y el hambre

Así como se impulsa en el mundo la descarbonización de la economía para reducir los gases de efecto invernadero, necesitamos "recarbonizar" los suelos para restaurarlos y combatir con ello no solo el cambio climático y sino el hambre, afirmó a Efe una experta de la FAO.

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Captura de video en la que se registró a Carolina Olivera, experta internacional senior en fertilidad de suelos de la FAO, durante una entrevista con Efe. EFE

El carbono es el principal componente de la materia orgánica del suelo. Su función es crucial para su fertilidad y la producción abundante de alimentos nutritivos, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura o FAO.

En promedio, del 33 % al 40 % de los suelos en el mundo están degradados debido a prácticas insostenibles de gestión (están descubiertos, o contaminados por el uso inadecuado de fertilizantes y agroquímicos) y a factores climáticos, dijo en una entrevista con Efe la experta internacional senior en fertilidad de suelos de la FAO, Carolina Olivera.

"Todo se mide por el carbono orgánico en el suelo, que es como la piel del suelo. Es el que nos permite producir alimentos, bosques, filtrar el agua. La degradación del suelo se produce, sencillamente, por la pérdida del carbono orgánico", explicó la funcionaria.

Esta degradación se traduce en una pérdida de productividad, lo que es un grave peligro para la seguridad alimentaria, pues "el 95 % de la generación de alimentos viene del suelo".

También en una disminución de la retención de agua y, por tanto, de la resiliencia de los suelos frente a las cada vez más prolongadas sequías - el número y la duración de estas han crecido un 29 % desde el 2000 -, así como en su capacidad para combatir el cambio climático.

Los suelos del mundo actúan como el sumidero de carbono más grande de la tierra, reduciendo los gases de efecto invernadero en la atmósfera.

"Hablamos de la descarbonización de la economía porque queremos parar de generar gases de efecto invernadero, pero también hablamos de la recarbonización de los suelos", afirmó Olivera.

LA SITUACIÓN DE MESOAMÉRICA Y SURAMÉRICA

Datos de la FAO facilitados a Efe señalan que cerca del 45 % de las tierras de cultivo en Suramérica y del 74 % en Mesoamérica están degradadas, lo que favorece escenarios de crisis alimentaria.

"A pesar de que son causas diferentes, la sensibilidad a la degradación es alta" en ambas subregiones, dijo Olivera.

En Mesoamérica "el clima es tan caliente, tan fuerte a nivel de fenómenos climáticos, de sequías seguidas de huracanes, que el suelo no logra mantener su carbono orgánico. Y en Suramérica es la topografía, muy accidentada, y la sensibilidad a la erosión".

RESTAURAR EL SUELO

El suelo es un recurso natural no renovable. Un centímetro de este se demora 1,000 años en generarse, dijo la experta de la FAO.

Pero sí se puede regenerar un suelo para que tenga un buen equilibrio y sea capaz de albergar una agricultura sostenible y resiliente, y para ello hay que restaurar el carbono orgánico. Una de las principales técnicas es protegerlo mediante la cobertura vegetal.

En Mesoamérica, por ejemplo, "si tenemos un sembrado de plátano recomendamos que se siembre con otro cultivo de cobertura como puede ser el kudzu, o varios otros que tenemos que son muy efectivos no solo para cubrir el suelo sino también para producir alimentos.

Podemos combinar esa agrobiodiversidad y la diversidad de dietas y eso beneficia al suelo, al ambiente y a nosotros", dijo Olivera.

LOS AÑORADOS SUELOS NEGROS

Los suelos más ricos del mundo son los negros. Su potencial de productividad es muy alto porque mantienen una capacidad mayor de captura de carbono.

Estos suelos negros se encuentran en Ucrania, Rusia, China, Estados Unidos y Canadá. "Los pocos que hay en América Latina y el Caribe están Argentina y Uruguay", precisó Olivera.

Existen en zonas donde hay invierno y una capa de hielo los protege durante una temporada en la que no son cultivados, lo que les da un descanso.

Todo lo contrario que en las zonas tropicales, donde el sol cae directo y se pueden dar hasta tres cosechas en un año: "En Mesoamérica no había muchos y ya suelos negros no quedan", añadió.

UN SUELO VIVO ES LA SOLUCIÓN A TODOS LOS MALES

Un "suelo vivo, que funciona, es la solución a todos nuestros males", pues permite reducir costos de producción por el menor uso de fertilizantes y agroquímicos, y produce alimentos con calidad nutricional, destacó la funcionaria del ente de la ONU.

La FAO indicó que en los últimos 40 años los alimentos han perdido su valor nutricional, y progresivamente se observan carencias en vitaminas y nutrientes cada vez más pronunciadas en cantidad y calidad.

Los suelos sanos y manejados de forma sostenible, con alto contenido de materia orgánica, biodiversidad, nutrientes y humedad, pueden producir hasta 58 % más de alimentos y retener unas 20 veces su peso en agua, fundamental para mantener la producción, agregó el ente de Naciones Unidas.