Vence Palafox y Mendoza siglos de oposición camino a los altares

El antiguo obispo de Puebla en México, Juan de Palafox y Mendoza, superó la oposición de la orden religiosa de los Jesuitas, que duró más de tres siglos, y gracias al Papa Benedicto XVI está a punto de ser declarado beato.

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Juan de Palafox y Mendoza.

El 8 de febrero una comisión de cardenales aprobó un "milagro", la curación inexplicable de un sacerdote español que data de 1776, que será turnada al Papa en próximos días y, de aprobarla, el pontífice declarará la beatificación del también virrey de la Nueva España.

En 2009 el Papa había reconocido mediante un decreto las "virtudes heroicas" del personaje nacido en 1600 y fallecido en 1659. Así le dio el título de "venerable siervo de Dios", el segundo escalón de cara a ser reconocido como santo.

Pero la figura de Palafox, quien guió los destinos de la diócesis mexicana de Puebla de los Angeles (entonces perteneciente al Virreinato de la Nueva España) de 1639 a 1653, estuvo siempre envuelta en una encendida polémica.

Documentos de la causa de canonización, en poder de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, demuestran que personajes de la Compañía de Jesús pusieron en práctica numerosas estrategias para deacreditar al prelado.

En el centro de la controversia histórica está la difícil relación de Palafox primero con fray Lázaro de Prado, fray Juan Paredes y fray Agustín Godínez, de la Orden de Santo Domingo, y después con Pedro de Velasco, provincial de la Compañía de Jesús en la Nueva España en ese tiempo.

El obispo poblano tuvo disputas con los religiosos por permisos de confesión y predicación, por rectitud de doctrina y asuntos económicos.

Los documentos vaticanos dejan en claro que no fue el único prelado hostigado por los líderes de las grandes congregaciones, acostumbradas a ejercer todo el poder eclesiástico en las colonias españolas.

La personalidad firme de Juan de Palafox se convirtió en incómoda. Como visitador del rey hirió los intereses del Duque de Escalona (virrey al cual sometió a juicio) y de su amigo el Conde de Salvatierra.

Según el historiador Ernesto de la Torre Villar, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Palafox tenía un "anhelo por enderezar la administración pública novohispana" y deseaba "corregir los vicios del clero novohispano, sumido en grave letargo, en indiferencia y aun en pésimos hábitos".

"Estos intentos, surgidos del anhelo reformador de Palafox, buen pastor y buen gobernante, le acarrearían numerosas enemistades pues al intentar destruir viejos y fuertes intereses, se levantarían en su contra aquellos elementos afectados por sus medidas", agregó en una relación que consta en la Sede Apostólica.

El choque con los religiosos fue inevitable y frontal: éstos llegaron a declarar como "sede vacante" la diócesis de Puebla y declararon al obispo "excomulgado".

En dos ocasiones (1647 y 1649) Palafox escribió cartas al Papa para denunciar los atropellos de dominicos y jesuitas en su contra. La segunda de estas misivas se hizo mundialmente famosa con el nombre de "Carta Inocenciana" (que data del 8 de enero de 1649).

Sus enemigos lograron robar dicha carta y hacerla pública, distorsionando su contenido y acusando a Palafox de haber solicitado su redacción a "colaboradores jansenistas".

La Compañía de Jesús no perdonaría los señalamientos de ese texto, en el cual el obispo advirtió además al pontífice sobre las desviaciones teológicas y sacramentales que los jesuitas estaban "importando" en la Nueva España desde el extremo oriente.

El pleito provocó la salida en 1653 del obispo de Puebla, quien fue trasladado a Osma, donde murió seis años después. Pero el acoso no terminó allí; sus detractores lo seguirían a través de los siglos incluso hasta la actualidad.

Ellos provocaron que el 28 de enero de 1777 la "Congregatio Generalis coram Summo Pontifice" en El Vaticano, en la cual participaron 41 miembros, no lograra los dos tercios de votos necesarios para avanzar su causa de canonización (26 votaron en favor y 15 en contra).

Además sembraron dudas, inventaron documentos e hicieron creer que la Santa Sede había cancelado definitivamente su proceso a la santidad, cosa absolutamente falsa.

En esos laberintos de la historia incluso se llegó a perder toda la documentación correspondiente al caso, la cual fue descubierta en la década de 1990 en el Archivo de la Orden de los Carmelitas Descalzos.

Ya en 1987 El Vaticano le había confiado a Ambrogio Eszer el puesto de "relator general" de la causa, pero éste carecía de información oficial: todo estaba extraviado.

Pero la recuperación de los documentos no puso fin al intento de frenar el camino de Juan de Palafox a los altares.

Tras una labor de "reconstrucción" el 27 de mayo de 2001 los nuevos abogados defensores de la causa del siervo de Dios presentaron, en tres gruesos volúmenes, el expediente a la Congregación para las Causas de los Santos.

Esta trilogía no fue juzgada suficiente y las objeciones persistieron. Por ello en 2003 se presentó un nuevo texto de más de 300 páginas como "Respuesta a las observaciones de los consultores históricos en la sesión del 24 de septiembre de 2002".

A éste siguió otro escrito de mayo de 2004 para responder a nuevas observaciones. Además en julio de 2004 y noviembre de 2007 se presentaron dos cuadernillos para demostrar que la fama de santidad de Palafox aún se mantiene intacta.

Finalmente la figura del emblemático obispo de Puebla superó todos los obstáculos y logró ser reconocido como "venerable". Según previsiones eclesiásticas antes de Pascua Benedicto XVI aprobará el milagro para luego definir la fecha oficial de la beatificación.