Una organización emocionalmente ecológica gestiona la sensibilidad para dar sentido y cabida a cada una de las habilidades y promueve un compromiso emocional entre ella y los profesionales que la componen, afirman Jaume Soler y Mercè Conangla, creadores del modelo de desarrollo, Ecología Emocional.
Soler y Conangla estarán en México a partir de este miércoles para iniciar un entrenamiento de cuatro fines de semana, para sembrar en nuestro país los conceptos básicos de la ecología emocional, entre ellos el de las empresas emocionalmente ecológicas.
Éstas, añaden los creadores del concepto, son organizaciones con corazón y son también el futuro porque cuentan con la capacidad de atraer a los mejores profesionales. En ellas y con ellas es posible “tener vida” y hacen posible la integración y la interconexión de las diferentes facetas del ser, en lugar de compartimentar, dividir o escindir.
Estas empresas gestionan la sensibilidad para dar sentido y cabida a cada una de las habilidades y promueven un compromiso emocional entre ella y los profesionales que la componen. Además, responden a la pregunta: ¿qué necesita la organización? conectándola a la de ¿qué necesitan las personas?
De esta forma, afirman los también creadores del Instituto de Ecología Emocional, se evita el choque frontal de los objetivos y necesidades de la organización con los objetivos y necesidades individuales. Porque de esta colisión de valores nace la conflictividad personal, social y laboral que acaba afectando los resultados económicos que se pretendía conseguir.
Así, podemos enlistar algunas de las características fundamentales de las Organizaciones Emocionalmente Ecológicas como son:
• Integran los objetivos individuales y los de la empresa.
• Son flexibles en sus planteamientos y creativas en su organización. Funcionan a modo de redes neurales que se crean o se eliminan, se conectan y agrupan en función del momento y la situación a fin de dar la mejor respuesta posible en cada caso, en lugar de organizarse en estructuras rígidas y compartimentadas que dividen y desintegran.
• Cuidan el clima emocional, los espacios físicos y las personas que las integran.
• Dan un servicio personalizado y de calidad a sus clientes y participan y se comprometen en algún proyecto social o de mejora del mundo.
• Buscan soluciones equilibrantes para sus trabajadores, los tiene en cuenta, facilita su desarrollo y es consciente de que si ellos están bien van a rendir, a crear y a servir mucho mejor.
• En ellas no se tiene la razón, se comparten razones.
• Son honestas y su integridad es la base de su éxito.
• Educan habilidades y sensibilidades.
• Gestionan la información y los conocimientos; han comprendido que los desafíos complejos requieren respuestas multidimensionales que deben incluir el amplio y variado mundo de las emociones y los sentimientos.
• Son proactivas en lugar de reactivas, reflexivas y al mismo tiempo eficaces. Su tiempo de latencia de respuesta es 24 horas. Provocan cambios en lugar de esperar que los cambios les provoquen a ellas.
• Controlan sin llegar a la paranoia de querer tenerlo todo controlado.
• Son capaces de funcionar bien en territorios inciertos.
Aceptar que lo afectivo es efectivo y que la integración es mejor envés de la dualidad, son los principales pasos de las Organizaciones Emocionalmente Ecológicas. “La calidad emocional va a ser el resultado de cómo todos y cada uno de los profesionales que componen una organización gestionen su mundo emocional”, afirman Jaume Soler y Mercè Conangla, fundadores del instituto de Ecología Emocional.