Las turberas del Congo podrían liberar millones de toneladas de CO2

Hace 5,000 años, el clima en el Congo sufrió una sequía que hizo que las enormes capas de turba de ese país se descompusieran y liberasen dióxido de carbono a la atmósfera. Ahora, un estudio avisa de que el cambio climático actual podría hacer que la historia se repita.

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Recogida de muestras en las turberas de la cuenca del Congo, en 2018. Crédito: Greenpeace/Kevin McElvaney. EFE

La investigación, liderada por la Universidad de Leeds y publicada este miércoles en la revista Nature, advierte de que las turberas (depósitos de carbono naturales) son muy vulnerables a la sequía y podrían liberar miles de millones de toneladas de carbono y acelerar el calentamiento global.

El estudio explica que en la misma época en que se construyó Stonehenge, una fuerte sequía hizo que la mayor turbera tropical del mundo pasase de ser un importante almacén de carbono a una enorme fuente de emisiones de CO2 (un potente gas de efecto invernadero).

Las turberas sólo dejaron de emitir carbono y volvieron a absorberlo de la atmósfera cuando el clima volvió a ser más húmedo hace 2,000 años.

Los científicos que participan en el estudio advierten que si el calentamiento global actual produce sequías en la región del Congo, la historia podría repetirse y acelerar peligrosamente el cambio climático.

Si eso ocurriera, las turberas congoleñas podrían liberar hasta 30,000 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, el equivalente a las emisiones globales de la quema de combustibles fósiles durante tres años.

"Nuestro estudio aporta una brutal advertencia del pasado. Si las turberas se secan más allá de un determinado umbral, liberarán cantidades colosales de carbono a la atmósfera, acelerando aún más el cambio climático", asegura Simon Lewis, investigador de la Universidad de Leeds y del University College de Londres, y uno de los autores principales del estudio.

"Este es un mensaje importante para los líderes mundiales que se reúnen en las conversaciones sobre el clima de la COP27 la próxima semana", subraya.

Las turberas del Congo, en el centro de África, son el mayor complejo de turberas tropicales del mundo, con una superficie de 16.7 millones de hectáreas, mayor que la de Inglaterra y Gales juntas.

Para hacer el estudio, científicos congoleños y europeos tomaron muestras de turba del subsuelo de los remotos bosques pantanosos del centro del Congo.

Mediante el análisis de los restos de plantas, pudieron elaborar un registro de la vegetación y las precipitaciones en la cuenca central del Congo durante los últimos 17,500 años, cuando comenzó a formarse la turba.

Yannick Garcin, del Instituto Nacional de Investigación para el Desarrollo Sostenible de Francia y autor principal del estudio, explica que "las muestras de turba nos muestran que entre hace 7,000 y 2,000 años, hubo un periodo en el que casi no hubo acumulación de turba".

Ese periodo de sequía redujo los depósitos de turba cerca de dos metros, y la descomposición sólo se detuvo cuando la sequía cesó, apunta.

Aunque actualmente las turberas están intactas en su mayor parte y son gestionadas por la población local de forma sostenible, son ecosistemas "muy vulnerables" y no solo al cambio climático sino a presiones externas como el drenaje para la agricultura, la tala de árboles o la explotación de petróleo.

Para Corneille Ewango, de la Universidad de Kisangani, en la República Democrática del Congo, encargado de dirigir las expediciones para recoger las muestras de turba del estudio, "este es otro hallazgo sorprendente sobre las turberas: Son más vulnerables de lo que pensábamos, y todo el mundo debe desempeñar su papel para protegerlas".

En opinión de este científico los países contaminantes deben reducir rápidamente sus emisiones de carbono "para limitar la posibilidad de que las sequías lleven a las turberas más allá de su punto de inflexión".

Mientras, la República Democrática del Congo "debería reforzar la protección de las turberas porque está en juego uno de los ecosistemas más ricos en fauna y carbono de la Tierra", concluye.