Así quedó plasmado este miércoles en un acuerdo forjado entre los negociadores del Parlamento Europeo, la Comisión y el Consejo (que representa a los países de la UE) tras la sexta negociación tripartita y suscrito bien entrada la madrugada en Bruselas.
Se trata de un objetivo cargado de simbolismo. El bloque comunitario podrá presentarse con un mensaje de liderazgo medioambiental en la cumbre virtual sobre clima que organiza este jueves y viernes el presidente estadounidense Joe Biden, quien ha devuelto a EEUU al Acuerdo de París del que renegaba Donald Trump.
Otras potencias, como el Reino Unido o China, han aprobado o están en vías de asumir objetivos climáticos más ambiciosos en una carrera global que implica el desarrollo de nuevas tecnologías para acometer una profunda transformación económica a largo plazo, empezando por sectores como la energía o el transporte.
"Nuestro compromiso político de ser el primer continente climáticamente neutral para 2050 es ahora un compromiso legal. La Ley de Clima pone a la UE en una senda verde para una generación", publicó en un mensaje en Twitter la presidenta de la Comisión Europea, la conservadora Ursula von der Leyen.
"Una señal contundente al mundo, justo antes de la Cumbre Climática" virtual de Biden, resumió el ministro portugués de Medio Ambiente y Acción Climática, João Pedro Matos Fernandes, cuyo país ostenta la presidencia semestral de la UE.
LOS DETALLES
El texto, pendiente aún de aprobación formal, no fija objetivos vinculantes por país, sino que la UE asume esa reducción de al menos el 55 % de manera colectiva, un peaje para lograr el visto bueno de países carboneros del este como Polonia, Hungría o Eslovaquia.
La consecución de ese compromiso legal, que sirve de cimientos al Pacto Verde Europeo, deberá ahora articularse a través de unas 50 revisiones legislativas que abarcan desde el mercado de emisiones de CO2 al impulso de los vehículos eléctricos, la fiscalidad verde o el desarrollo de tecnologías como hidrógeno limpio y nuevos materiales más sostenibles.
Parte de esos dossieres, así como las eventuales consecuencias en caso de incumplimiento de los objetivos, verán la luz el próximo mes de junio.
El compromiso se sitúa en el rango de lo esperado, ya que la Comisión y Consejo pedían un 55 % de reducción frente a los niveles de 1990 y la Eurocámara un 60 %.
Establece que la reducción sea "neta", por lo que habrá que descontar los gases que puedan absorber los llamados "sumideros de carbono" como los bosques, pero fija "un límite de 225 millones de toneladas equivalentes de CO2 a la contribución de las absorciones al objetivo neto".
Este extremo no ha gustado a europarlamentarios ecologistas como el español Ernest Urtasum, quien ha criticado que el 55 % neto "equivale a sólo un 52,8 % de reducción de las emisiones directas si se excluyen los emisores de carbono".
Tampoco a organizaciones medioambientalistas como WWF, que abogaba por un mínimo del 65 % en 2030 y ha criticado que se base "en la política y no en la ciencia", o Greenpeace, que lamentó que la UE haya fijado con urgencia un objetivo insuficiente de lo que "presumir" en la cumbre de Biden.
Uno de los negociadores parlamentarios, el liberal francés Pascal Canfin, explicó que los Estados miembros se cerraron en banda a mover ese listón mínimo del 55 % y se dio por satisfecho con un acuerdo que marca "un antes y un después".
"Si se compara la reducción entre 2010 y 2020 con la de 2021 a 2030, nos moveremos 2.5 veces más rápido", dijo Canfin, quien compareció ante la prensa junto a la socialdemócrata sueca Jytte Guteland, que definió esta fecha como "un día histórico" tras "una noche intensa de 14 horas de negociación".
El texto, que introduce la obligación de marcar un objetivo intermedio en 2040, prevé también que se cree un Consejo Asesor Científico Europeo sobre Cambio Climático compuesto por 15 expertos científicos de alto nivel, que se encargará, entre otros puntos, de comprobar que hay coherencia entre los objetivos climáticos y las políticas desplegadas para conseguirlos.
Además, ese Consejo publicará un presupuesto indicativo proyectado de la Unión sobre gases de efecto invernadero para el período 2030-2050 que definirá "el volumen total indicativo de emisiones netas" que se estime pueda emitir la UE en ese período "sin poner en riesgo" sus compromisos en virtud del Acuerdo de París".
Ese pacto internacional climático suscrito en 2015 pretende limitar el aumento de la temperatura media mundial a final de siglo por debajo de 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales, con la recomendación de no superar 1.5 grados.