Mientras se siguen evaluando los resultados de la COP27, impulsores de la campaña “Deuda por el Clima” celebran que la demanda de anular la deuda a los países climáticamente vulnerables llegara a los micrófonos de Sharm el Sheij.
“Que se haya tomado discursivamente el tema en serio, de plantear en el debate global el reclamo de la anulación de las deudas financieras en algunos países del Sur Global, es un triunfo comunicativo de la campaña”, asegura a EFE Juan Pablo Olsson, coordinador de "Deuda X Clima" en América Latina.
La iniciativa, que arrancó hace un año, defiende que anular las deudas financieras en los estados en desarrollo significaría darles la oportunidad "de tener herramientas financieras para llevar adelante una transición justa y una adaptación a la crisis climática”, un fenómeno al que muchos de estos países ni siquiera contribuyen.
“Generalmente en los debates sobre el cambio climático predomina una voz del Norte Global que diluye o invisibiliza unos problemas específicos del Sur Global, como son las guerras financieras, el colonialismo y el saqueo de nuestros recursos”, advierte el sociólogo argentino.
Los ambientalistas también critican que desde el Norte Global se pretenda abordar retos propios, garantizando el ritmo productivo y la calidad de vida allí, “sacrificando” a los estados en desarrollo, como afean desde el movimiento Don’t Gas Africa, que rechaza las inversiones recientes de la UE en infraestructuras gasísticas del continente africano para lidiar con la crisis energética tras la guerra en Ucrania.
Aunque no se materializó en una promesa concreta, la petición de perdonar la deuda fue defendida por diplomáticos como Guterres o Timmermans, quienes también abogaron por una reforma del sistema financiero internacional, como sí quedó plasmado en el acuerdo final de la COP27 en noviembre.
El texto, que finalmente se denominó "Plan de Implementación de Sharm el Sheij" insta a abordar una reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial en sus próximas reuniones en la primavera de 2023, como propone la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, en su Agenda de Bridgetown.
Desde "Deuda X Clima" reconocen el éxito que supone que esta crítica al sistema financiero global -que según Guterres está “moralmente en bancarrota”- vaya calando en foros políticos de alto nivel, pero exigen dar un paso más allá y anular las “deudas ilegítimas”.
PAKISTÁN, "DOBLEMENTE AHOGADO"
Algo que para muchos analistas y expertos en cooperación climática internacional influyó en el discurso que marcó las negociaciones de la COP27 fue el desastre ocasionado por las inundaciones este año en Pakistán, que implicaron pérdidas estimadas en unos 30,000 millones de dólares.
Los activistas de Deuda X Clima recalcan que se trata de un país “doblemente ahogado": por el cambio climático -cuando Pakistán apenas ha contribuido al fenómeno del calentamiento global- y por la deuda, pues es “uno de los países más endeudados, que está condenado a destinar gran parte de sus recursos a pagar ya no la deuda sino también los intereses".
Denuncian asimismo el contraste en las condiciones de los préstamos concedidos a países enriquecidos como Alemania o Estados Unidos, que “usan la deuda como herramienta económica” con intereses de 0 % o 1 %, respecto a los del Sur Global, a los que se aplican “intereses de usura” del 10, 20 o 30 %.
Así, los primeros pueden establecer sus propios intereses e incluso imprimir moneda, pero los segundos -que además se endeudan en moneda extranjera y no tienen autonomía para imprimir- quedan atrapados en el “laberinto” financiero que se agrava a medida que ascienden los costes por daños climáticos, que a su vez se disparan mientras se va calentando el planeta.
“Cuanto peor está el país, más riesgoso se considera prestarle y por tanto más caros son los intereses. Es un círculo vicioso perverso”, asevera desde Alemania Esteban G. Servat, otro coordinador de Deuda X Clima, desde Alemania.
Así, “se proyecta que 54 países van a vivir una crisis de deuda por pagar intereses o la estructura misma de la deuda”, lamenta Olsson, en un “esquema criminal que va a generar problemas sociales muy graves” favoreciendo un endeudamiento de los países más pobres que tiene unas consecuencias humanas severas, advierte.
“El monto global que se necesita para cambiar la matriz energética mundial, salvar a la humanidad, ronda los 150 billones de dólares en los próximos 30 años, a un promedio de 5 billones por año en las próximas tres décadas”, recuerda el activista, basándose en los cálculos de Bank of America.
Mientras, alega que la deuda “ilegítima” del Sur Global asciende a 2.8 billones de dólares, por lo que su movimiento reclama anular esa deuda en un acuerdo que refleje el “reconocimiento de los países del Norte Global de empezar a pagar la deuda ecológica que contrajeron por su propio desarrollo”.