Los investigadores Klaus Winter, Joe Holtum, de la Universidad James Cook de Australia, y Milton García, del STRI, cultivaron Agave angustifolia en cámaras abiertas en instalaciones de Investigación Experimental del STRI en Gamboa, Panamá, y en cámaras cerradas de ambiente controlado en el Centro Tupper en la capital panameña.
García señaló que más de 200 especies de agave están distribuidas desde el sur de Estados Unidos hasta regiones tropicales de Sudamérica. Un ejemplo de ello son el agave tequilana, la fuente del tequila, y el agave fourcroydes, una fuente común de fibra. Crecen bien en tierras estacionalmente áridas y han sido propuestos como cultivos para la elaboración de biocombustibles.
Los estudios realizados en Panamá confirman que el agave angustifolia es adecuado como fuente de biocombustible y puede ser cultivado en ambientes estacionalmente secos.
García dijo que agaves destinados a la elaboración de biocombustibles en tierras marginales pueden ser una opción más atractiva que la tala de bosques tropicales para cultivar palmas de aceite vegetal o maíz para biocombustible en tierras arables, en lugar de cultivos de alimentos.
El quipo de investigadores dirigido por Winter sostuvo que las plantas vasculares emplean más de una estrategia para obtener de la atmósfera dióxido de carbono (CO2), que es su fuente de alimento.
La mayoría de plantas abren los poros en sus hojas durante el día para tomar CO2 y producir carbohidratos a través del proceso llamado fotosíntesis C3. En entornos calientes, periódicamente secos, las plantas abren sus poros en la noche para captar CO2 sin perder mucha agua, a través del proceso llamado fotosíntesis CAM.