De estos 290 casos validados por la Comisión independiente que lidera Strecht, solo 16 han llegado a la Justicia porque, en su mayoría, los delitos han prescrito, las víctimas prefieren mantener el anonimato o no identifican a su agresor.
Son denuncias, precisa la comisión, que incluyen desde mensajes obscenos a tocamientos, abusos y violaciones, cometidas a menores de entre 2 y 17 años, desde 1950 hasta la fecha.
Entre las víctimas hay más hombres que mujeres, "de todos los niveles de instrucción y de todo el país", concluye la comisión en su balance de tres meses de trabajos.
Las conclusiones son preocupantes: hay obispos en Portugal que han encubierto directamente los delitos e incluso hay miembros de la Iglesia acusados de abusos que siguen en activo.
NUNCA SE PODRÁ COMPENSAR EL DAÑO
¿Podrá la Iglesia católica compensar este daño? "Claramente nunca se puede compensar", admite Strecht, uno de los más reconocidos psiquiatras infantiles de Portugal, que coordina la comisión lusa y colabora también, como asesor externo, con el equipo que investiga los abusos en España.
Las víctimas, continúa en la entrevista con Efe tras la presentación del informe de la Comisión, "esperan un reconocimiento, un pedido de disculpas por lo que sufrieron".
La mayoría sabe que los delitos prescribieron y que sus agresores no serán juzgados.
"Muchos saben que ya no hay tiempo para eso, pero dan su testimonio para que no ocurra en el futuro, para desahogarse".
Es, dice este especialista, "como una reconstrucción moral de la propia dignidad humana".
LA PUNTA DEL ICEBERG
Los datos recopilados son apenas un indicio de lo ocurrido en Portugal. "Son muchas más las situaciones que nunca llegaremos a saber de las que ya sabemos".
Las dificultades en conocer la verdad, explica, tienen que ver "con el miedo, la vergüenza y la culpa" que hicieron sentir a las víctimas, que no fueron "escuchadas ni valoradas".
Además, la comisión ha recopilado denuncias online y por teléfono, realizadas habitualmente por personas con alto nivel de escolaridad y "que no se corresponden con la realidad" del país.
De ahí, subraya, el empeño por llegar al "Portugal profundo", a las zonas rurales, muy ligadas a la tradición católica, donde todavía se mantienen los abusos en secreto.
ENCUBRIMIENTO DE LA IGLESIA
Más hombres que mujeres, miembros de la Iglesia católica -en su mayoría sacerdotes- y de entre 20 y 30 años o de 50 a 60. El perfil del abusador en Portugal se asemeja al modelo de países vecinos.
Ante las denuncias de abusos, la respuesta también se replica. La Iglesia solía trasladar al agresor, como si los abusos dependieran del lugar.
Strecht no titubea cuando denuncia el "encubrimiento" de la Iglesia sobre los abusos. "Algunos obispos portugueses han participado en este encubrimiento", reconoce, aunque evita dar nombres.
También hay abusadores que siguen en activo dentro de la Iglesia y "están denunciados", asegura."Hay una parte que es trabajo del Ministerio Público".
La comisión ha contactado con los 21 obispos portugueses para recabar información. Cinco ni siquiera han respondido. Doce han aceptado ya entrevistarse con los expertos.
"En un reciente intercambio con colegas alemanes percibí que las resistencias que se encuentran son muy próximas, hay personas con más apertura y que siguen más la posición del actual papa, pero hay otras más conservadoras, cerradas y que no ven con buenos ojos esta apertura".
ESPAÑA
Strecht colabora como asesor externo con la comisión de juristas creada en España para investigar los abusos.
"Me percaté de que en España hay también otros movimientos en el país y otra forma de organizarse", apunta.
"Son prioridades muy diversas. Son modelos y metodologías muy diversas. España está mucho más centrada en las cuestiones jurídicas de las propias situaciones de lo que nosotros hemos hecho hasta la fecha".
La comisión española está formada en su mayoría por juristas, mientras que la portuguesa integra a médicos, sociólogos y hasta a una cineasta, que trabajan "ad honorem" y se han marcado diciembre como horizonte para entregar un informe global.
Además, el equipo portugués trabajará con un grupo científico que tendrá acceso a los archivos de la Iglesia.
Strecht se confiesa un "optimista irritante" y confía en que las investigaciones "abran un poco las puertas" y contribuyan a cambiar la mentalidad, no solo en la Iglesia sino en la sociedad.
Y añade un dato más. La mayoría de las víctimas se han mantenido fieles a la Iglesia. "Distinguen la parte del todo".