Rescate de Correa puso fin a tensa jornada en Ecuador

El rescate del presidente Rafael Correa la noche del jueves puso fin a una tensa jornada en Ecuador, donde millones de personas siguieron con incertidumbre la retención del mandatario por parte de un grupo de policías sublevados.

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El presidente de Ecuador, Rafael Correa, se dirige a a sus simpatizantes desde el balcón del Palacio de Gobierno, tras ser liberado por militares del hospital en el que permaneció durante casi todo el día de ayer.

El conflicto inició poco antes del mediodía, cuando Correa acudió a las instalaciones de la Policía Nacional para dialogar con los inconformes sobre una polémica ley que eliminaría diversos privilegios a esa corporación.

El ambiente subió de tono cuando los uniformados abuchearon al mandatario y éste los retó desde un balcón a asesinarlo si eso era lo que querían. Minutos después Correa fue atacado con gases lacrimógenos cuando se retiraba del inmueble.

A partir de entonces permaneció retenido en el hospital de la Policía, donde recibió atención médica pero no le fue permitido salir, aunque sí realizar llamadas telefónicas para hablar con su gabinete, con otros presidentes y con la televisión nacional.

El mandatario denunció que un sector de la Policía lo mantenía secuestrado y acusó a los comandantes policiales de tratar de dar un golpe de Estado, al tiempo que señaló al ex presidente Lucio Gutiérrez -su acérrimo enemigo- de estar detrás de la sublevación.

La retención de Correa generó condenas enérgicas y unánimes entre la comunidad internacional, desde países sudamericanos hasta organismos internacionales como las Naciones Unidas (ONU), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Organización de Estados Americanos (OEA).

De inmediato la Unasur, de la que Correa es presidente pro-tempore, convocó a una reunión extraordinaria en Buenos Aires y crecieron los temores de que se repitiera lo ocurrido en Honduras en 2009, donde Manuel Zelaya nunca pudo retomar el poder luego del golpe de Estado.

Entrada la tarde comenzó a prepararse un operativo para rescatar al presidente, mientras se producían intentos de diálogo con los líderes policiales insubordinados, a los que Correa advirtió que sólo negociaría cuando lo pusieran en libertad.

En tanto, miles de personas salieron a las calles en las principales ciudades del país para expresar su respaldo al mandatario, e incluso un contingente se acercó al hospital donde permanecía Correa, pero la Policía lo dispersó con gases y causó varios heridos.

Ya en la noche la tensión se incrementó cuando la televisión nacional Ecuador TV fue atacada y sacada del aire durante media hora. Además, los saqueos se multiplicaron y la violencia comenzó a aparecer.

Cerca de la medianoche el Ejército y el Grupo de Operaciones Especiales de la Policía rodearon el hospital donde se encontraba retenido Correa, iniciaron un tiroteo y penetraron en el inmueble para sacar al mandatario en una camioneta.

El operativo, que fue transmitido en vivo por la televisión nacional, causó un número indeterminado de heridos en ambos bandos, pero hasta pasada la medianoche no se reportaban decesos.

Minutos después Correa llegó triunfante al palacio presidencial de Carondelet, donde lo esperaban miles de seguidores y a quienes agradeció su respaldo, al igual que a los mandatarios extranjeros que estuvieron pendientes de la crisis.

En un discurso con voz enérgica, Correa lamentó los hechos y se preguntó “cómo pueden llamarse policías quienes actuaron así”, al tiempo que reiteró su acusación contra Lucio Gutiérrez de estar detrás de la rebelión policial.

“Lucio asesino, Lucio asesino”, coreó la multitud, a lo que el mandatario respondió que no habrá “ni perdón ni olvido” para los responsables, que -según dijo- manipularon a los policías con engaños para que se rebelaran contra su gobierno.