La visita de Lagarde, quien llegará el próximo día 20, se realizará en medio de una amplia expectativa luego que el FMI otorgó un préstamo de 50 mil millones de dólares para Argentina por solicitud de Macri.
El mandatario pidió esos recursos para frenar la crisis cambiaria que en los últimos meses provocó una devaluación del 60 por ciento y que modificó de manera negativa las expectativas económicas y su propia popularidad.
Las expectativas de inflación, por ejemplo, se duplicaron para este año al pasar del 15 al 30 por ciento, mientras que las de crecimiento económico se desplomaron del 3.5 a 1.0 por ciento, aunque analistas privados ya advirtieron que incluso se puede registrar una recesión.
La decisión de Macri de pedir el auxilio del FMI no fue bien recibida porque el organismo arrastra aquí un largo desprestigio por la responsabilidad que tuvo en la grave crisis económica, política y social que Argentina padeció en diciembre de 2001.
Pese a la desconfianza social hacia el Fondo, Macri aseguró que el organismo de ahora es diferente y que no exigió recortes a programas sociales a cambio de otorgar el préstamo.
El principal compromiso del presidente es reducir el déficit fiscal a 1.7 por ciento, meta que espera cumplir a partir de un ajuste que ya comenzó a aplicar y que espera que le genere un ahorro al Estado por 10 mil millones de dólares.
Lagarde llegará a Buenos Aires para participar el 21 y 22 de julio en la tercera reunión de Ministros de Finanzas y Bancos Centrales del Grupo de los 20 (G-20), una más de las citas previas a la Cumbre de Jefes de Estado que se realizará el 30 de noviembre en esta capital.
Sin embargo, la actividad más importante de su agenda será la reunión con Macri, ya que el gobierno espera que la funcionaria ratifique su apoyo a la política económica del gobierno argentino en un momento en el que la popularidad del presidente oscila entre el 30 y 35 por ciento, la más baja registrada en su gestión.