"Necesitamos una calma continua sobre el terreno, especialmente en áreas afectadas por los terremotos", señaló Pedersen en un discurso ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Según el diplomático, esa calma se dio inmediatamente después de la catástrofe, pero desde entonces los incidentes violentos han vuelto, con intercambios de fuego en las líneas del frente, atentados terroristas, ataques contra civiles o bombardeos aéreos atribuidos a Israel.
"Mi preocupación no es sólo por el daño que esta violencia causa a los civiles. Hemos visto en el pasado que pequeños incidentes pueden llevar a una escalada más amplia. Eso debe evitarse a todo coste", señaló.
Pedersen dijo que está buscando un acuerdo para hacer realidad ese cese de la violencia sobre el terreno y ha discutido la cuestión, entre otros, con el Gobierno sirio, con Irán, Turquía, Rusia y Estados Unidos.
Aunque el conflicto sirio se ha tranquilizado en los últimos años y existe un alto el fuego entre Gobierno y grupos rebeldes, los choques armados son habituales.
Según el enviado de la ONU, una verdadera calma sobre el terreno será "esencial" para que los donantes apoyen una verdadera reconstrucción de las zonas afectadas por los terremotos.
En la reunión de hoy, en la que el Consejo de Seguridad abordó la situación política y humanitaria en Siria, Naciones Unidas destacó la magnitud de la destrucción causada por los seísmos y de la crisis que han generado, con miles de muertos y daños económicos estimados por el Banco Mundial en 5,200 millones de dólares (más de 4,700 millones de euros).
"Los terremotos supusieron un desastre que se suma a la catástrofe que ya sufrían millones de personas en el norte de Siria", señaló Tareq Talahma en nombre de la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de la ONU.
"Unos 15.3 millones de personas en Siria, muchos de los cuales se vieron afectados por el terremoto, tienen poca opción más allá de la asistencia humanitaria para cubrir sus necesidades más básicas", recordó.