El Centro de Vulcanología y Mitigación de Riesgos Geológicos indicó en su página web que el volcán se encuentra en un nivel de actividad 3 (de un máximo de 4) y aconsejó a los vecinos y visitantes que no se acerquen al cráter en un radio de cinco kilómetros.
La víspera, el Anak Krakatoa entró en erupción tres veces, lanzando nubes de humo y ceniza de hasta 2,500 metros de altura.
El 22 de diciembre de 2018, una fuerte erupción nocturna del volcán provocó el derrumbe parcial del cono de la montaña, lo que a su vez causó un tsunami que sorprendió a cientos de personas que pasaban las vacaciones de Navidad en las costas de Java y Sumatra.
Al menos 439 personas murieron y más de 14,000 resultaron heridas, según las cifras oficiales.
Descubierto en 1927, el Anak Krakatau (en español, hijo del Krakatoa) emergió de las aguas más de medio siglo después de la gran erupción del legendario Krakatoa, cuya caldera quedó derruida en 1883 tras una serie de masivas explosiones que costaron la vida a más de 36,000 personas y cuyos efectos se sintieron alrededor del mundo durante meses.
Indonesia se asienta sobre el Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida cada año por unos 7,000 temblores, la mayoría moderados.
El pasado 11 de marzo, otro volcán, el Merapi, situado en la isla indonesia de Java, entró en erupción y expulsó un río de lava incandescente, nubes de humo y cenizas, lo que provocó la alerta y la evacuación de las personas del entorno.