En cinco olas de calor entre junio y agosto, tuvieron lugar en Inglaterra y Gales (Escocia e Irlanda del Norte llevan un recuento al margen) un total de 56,303 decesos, es decir, 3,271 (un 6.2 %) por encima de la media de los últimos cinco años.
La mayor parte de esos fallecimientos adicionales fueron de personas mayores de 65 años, 2,803 por encima de la media, que supone el mayor número desde que se introdujo el plan para olas de calor en Inglaterra en 2004.
La ola de calor más letal fue la segunda del verano, del 10 al 25 de julio, que produjo un exceso de mortalidad de 2,227 decesos, un 10.4 % por encima de la media.
"Estas estimaciones muestran claramente que las temperaturas altas pueden llevar a muertes prematuras para aquellos más vulnerables", dijo la española Isabel Oliver, científica jefe de la UKHSA.
Y añadió que el calentamiento global significa que hay que adaptarse "a vivir en seguridad con los veranos más calurosos del futuro".
Cada ola de calor fue seguida por una caída del número de fallecimientos por debajo de la media, lo que indica a juicio de Sarah Caul, jefa de análisis de mortalidad de la ONS, un supuesto "desplazamiento" de las muertes, es decir, que los individuos vulnerables fallecen antes en esos períodos.
Hubo una considerable diferencia en el exceso de muertes entre mujeres (2,159) comparado con las de hombres (1,115), lo que revierte la tendencia observada entre 2016 y 2021.