"Los lamentables sucesos de la semana pasada en Puerto Rico demuestran que la preocupación del presidente por su mala gestión, politización y corrupción eran válidos", señaló en un comunicado Judd Deere, asesor del mandatario.
La relación del presidente Trump y la isla, que es un estado libre asociado de EE.UU., son tensas desde hace tiempo, debido a que buena parte de la población puertorriqueña considera que el mandatario los trató como ciudadanos de segunda clase tras el paso del huracán María, que devastó el territorio caribeño en septiembre de 2017.
La oposición demócrata, además, ha criticado con vehemencia la gestión de las autoridades y ha acusado al Gobierno de que su falta de apoyo había agravado la situación de sobremanera.
Por su parte, Trump llegó a minimizar el impacto de la tormenta y siempre ha justificado los pocos recursos destinados a la isla alegando que las autoridades locales son las grandes responsables de la situación debido a la mala gestión que han realizado durante años.
En este sentido, el gobernador Ricardo Rosselló se enfrenta en estos momentos a una crisis institucional sin precedentes debido a la filtración, el sábado pasado, de la totalidad de casi 900 páginas de un chat del sistema de mensajería Telegram que incluye comentarios homófobos, insultos e, incluso, bromas sobre los muertos por el huracán María.
La presión para que dimita el gobernador aumenta cada día, ya sea a través de sus propios compañeros de partido que lo han dejado sólo, como a través de las protestas, casi diarias y por momentos violentas, para pedir su renuncia.
Por su parte, Deere aseguró que Washington continúa "comprometido" con las labores de reconstrucción y en la "protección de los contribuyentes de Puerto Rico ante la corrupción política y los abusos financieros".