Los investigadores, de la universidad inglesa de Oxford, analizaron datos recogidos en la llamada Encuesta nacional sobre dieta y nutrición -que incluye información de 15,000 personas- a fin de determinar los cambios en los hábitos de consumo de carne roja, blanca y procesada.
Los expertos, liderados por Cristina Stewart, hallaron que la ingestión diaria media por cápita bajó en ese periodo de 103.7 gramos a 86.3 gramos, un descenso en torno al 17 %.
El consumo de carne roja -como ternera, cerdo o cordero- descendió en 13.7 gramos y el de productos procesados en 7 gramos, pero aumentó en 3.2 gramos el consumo de carne blanca, de aves como pollo, pavo o pato.
Los autores alertan de que hay que hacer más esfuerzos para conseguir la reducción óptima del consumo de cárnicos de un 30 % en diez años que recomienda la Estrategia nacional de alimentación, presentada recientemente en el Reino Unido.
De acuerdo con este documento, esta disminución del 30 % es necesaria para reducir las emisiones de metano del ganado y liberar más terreno de pasto, como parte de las medidas para combatir el cambio climático.
Stewart señaló que, aunque una dieta sin carne tiene menor impacto en el medioambiente, no es necesario eliminarla totalmente sino que bastaría con hacerlo un mínimo de dos veces por semana, lo que además beneficiaría la salud.