“El Ejército no fue hecho para eso. El Ejército fue hecho para defender la soberanía de un país, no para enfrentar a los pobres en las periferias”, dijo el exmandatario en el estado de Minas Gerais, en el sureste del país, donde se reunió con miembros del Movimiento Sin Tierra (MST).
“Nosotros también queremos seguridad pública”, dijo Lula, pero matizó: “No queremos ver a la juventud atropellada por policías sin formación”.
El Senado brasileño aprobó ayer el decreto de intervención militar en Río de Janeiro firmado la semana pasada por el presidente Temer para que las Fuerzas Armadas se hagan cargo de la seguridad en un estado azotado por el narcotráfico y el repunte de la violencia.
La medida, que ya es aplicada al tiempo que miles de militares se despliegan en los accesos al estado y en áreas de altos niveles de violencia, es criticada por el eventual impacto en los derechos fundamentales de la población, sobre todo la más pobre, ya que es frecuente que civiles mueran por disparos de la policía en operaciones contra narcotraficantes.
Algunos analistas políticos y la oposición señalan, además, que la decisión de Temer estaría destinada a crear una cortina de humo ante el fracaso del Ejecutivo en aprobar una reforma del sistema de pensiones, tras meses de infructuoso diálogo para tener los apoyos necesarios en el Congreso.
“Cuando el joven esté estudiando y trabajando no matará a nadie. La violencia surge cuando el Estado no cuida de la educación, de la cultura, de la salud”, aseveró Lula da Silva, que esta tarde lanzará su precandidatura a la presidencia de la República en los comicios de octubre, pese a que podría ser inhabilitado por una condena a 12 años por corrupción.