El funcionario señaló que no hay razón para preocuparse por un "aterrizaje forzoso" de la economía china, ya que la desaceleración del crecimiento de la segunda economía mundial está dentro de lo normal, aunque reconoció que cada vez le cuesta más mantener el ritmo anual del 9 ó 10 por ciento.
El producto interior bruto (PIB) chino creció un 10.3 por ciento en 2010, aunque finalizó el año con una inflación del 3.3 por ciento, que siguió creciendo hasta alcanzar su récord en 37 meses el pasado julio, con un 6.5 por ciento.
En 2009, el PIB chino creció un 9.1 por ciento, mientras que en 2008, cuando estalló la crisis económica, lo hizo un 9 por ciento, su registro más bajo en seis años, niveles que contrastan con el 13 por ciento de 2007.
Para Lu, el rango razonable de fluctuación del crecimiento chino debería estar entre el 8 y el 12 por ciento, de acuerdo con la evolución de la economía del país asiático desde su apertura económica, iniciada a finales de los años 70.
La dependencia china de sus exportaciones a Estados Unidos y Europa golpearon con la crisis la economía del país asiático, que además necesita un alto crecimiento para mantener el nivel de empleo y la estabilidad social.
Sin embargo, Lu consideró que un menor crecimiento ayudará a China a contener la inflación, que sigue lejos del objetivo oficial del 4 por ciento fijado para este año, a pesar de bajar el pasado agosto tres décimas, hasta el 6.2 por ciento.
El funcionario señaló que también reajustará la estructura económica del país y reducirá el consumo de energía y las emisiones contaminantes.
Desde el inicio de la crisis, China se ha concentrado en cambiar su modelo económico a uno basado en el consumo interno y la producción de alta calidad frente a los artículos baratos que vende por ahora a todo el planeta.
La predicción de Lu va en la misma línea que la hecha el pasado enero por la Academia China de Ciencias Sociales, institución que asesora al gobierno chino, que auguró un crecimiento del 9.8 por ciento para 2011.