La XVIII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP18) arrancó este lunes en Catar para discutir la extensión del Protocolo de Kioto, que expira este año, y si es necesario otro pacto global de reducción de emisiones que lo sustituya.
Es una tarea urgente pero difícil, ya que países como Canadá, Japón y Rusia no están por la extensión de Kioto.
Según un estudio europeo citado por la Autoridad Nacional del Ambiente de Panamá, el cambio climático es considerado la causa principal de 14,000 condiciones climáticas extremas que dejaron más de 710,000 muertos entre 1991 y 2010.
Además, de acuerdo con un informe del Banco Mundial, si se sigue al "ritmo actual" el planeta se recalentará 4 grados a final del siglo (lo recomendable es que no suba más de 2 grados), lo que provocará extremadas olas de calor y subidas del nivel del mar en algunas zonas de casi un metro.
Brasil, el país con más territorio en la Amazonía, considerada el "pulmón del mundo", ha trabajado de cara a esta cumbre con sus socios del foro BASIC (Sudáfrica, India y China), con quienes coincide en que las naciones más desarrolladas se deben comprometer con metas más "ambiciosas" y "creíbles" de reducción de emisiones.
Según BASIC, la renovación del Protocolo de Kioto debe ser "la principal responsabilidad de la cumbre de Doha".
De forma individual, Brasil, según explicaron a Efe fuentes oficiales, defenderá que está cumpliendo con las metas "voluntarias" que se fijó en Copenhague (COP15) en 2009, cuando garantizó para 2020 una reducción en torno al 36 por ciento de sus emisiones de gases contaminantes.
Por su parte, México, que fue sede de la COP16, estima que la renovación del Protocolo de Kioto es "un paso indispensable" que facilitará el proceso de negociación encaminado a concluir en 2015 un nuevo instrumento vinculante aplicable a todos los países y que permita estabilizar cuanto antes la temperatura terrestre.
Nicaragua también abogará por la extensión de Kioto, según dijo a Efe la ministra del Ambiente y los Recursos Naturales, Juana Argeñal, quien añadió que buscarán que la región centroamericana sea tratada como una de las zonas más amenazadas por el cambio climático.
"Los fenómenos atmosféricos se han ensañado" con Centroamérica "en los últimos años, con evidentes consecuencias negativas para la seguridad, producción, vialidad y obras civiles", según el administrador de la Autoridad Nacional del Ambiente de ese país, Silvano Vergara.
Ecuador, a su vez, propondrá un sistema de monitoreo, reporte y verificación de los recursos financieros que los países desarrollados asignen a las naciones en desarrollo para combatir el cambio climático, según dijo a Efe Tarsicio Granizo, subsecretario de políticas y seguimiento del Ministerio Coordinador de Patrimonio.
El país suramericano, que desarrolla la iniciativa Yasuní ITT con la que se busca dejar sin explotar el petróleo de una parte de la Amazonía de alta biodiversidad, también considera necesario que se active el llamado Fondo Verde, con recursos predecibles, fundamentalmente públicos.
El Salvador confía en que los recursos de dicho mecanismo se distribuyan en forma equilibrada, tal como afirmó a Efe el ministro salvadoreño de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Herman Rosa Chávez.
Colombia ya planteó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Río+20) de junio pasado un proyecto contra el cambio climático formado por cinco ejes: agua, seguridad alimentaria, ciudades sostenibles, océanos y patrones de consumo y producción.
Por su parte, Bolivia defenderá una propuesta que ya presentó el año pasado en Durban (COP17) para establecer un mecanismo conjunto de adaptación al cambio climático y de mitigación del efecto invernadero.
Paraguay remarcará que "sería importante detallar estrategias de reducción de desastres y asegurar los medios para hacer frente a las pérdidas y daños asociados con repercusiones del cambio climático", comentó la Secretaría del Ambiente a Efe.
Aunque Cuba aún no ha expresado su posición de cara a la cumbre de Doha, en las conferencias anteriores ha lanzado duras críticas al consumo de las grandes potencias y a su falta de disposición política ante el cambio climático, al que considera, junto a la amenaza de una guerra nuclear, como el peligro "más grave que enfrenta la humanidad para su supervivencia".