"Yo he abogado por el diálogo pero, al mismo tiempo, el diálogo no es el objetivo último. El diálogo debe ser constructivo y producir resultados concretos. Continuar un diálogo eterno no es la solución", advierte el japonés en una entrevista exclusiva concedida a Efe en su despacho en el piso 28 de la sede vienesa de la ONU.
Con todo, Amano no quiere especular con alternativas a ese diálogo y asegura que es difícil predecir cómo evolucionará el conflicto del programa atómico iraní, sin descartar incluso que se prolongue durante décadas.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que lleva diez años tratando de concluir si el programa atómico iraní es pacífico o no, intenta desde hace 17 meses pactar un nuevo proceso de inspecciones para lograr ese objetivo.
La diez reuniones celebradas hasta ahora han fracasado, mientras Teherán sigue mejorando sus capacidades atómicas, pese a las sanciones impuestas por la ONU, como advierte Amano, que se niega, eso sí, a evaluar la efectividad de esa forma de presión.
"Mi trabajo no es evaluar el impacto de las sanciones. Solo informamos sin sesgo sobre los hechos. Y los hechos que vemos sobre el terreno es que Irán está aumentando continuamente su capacidad y su producción de uranio enriquecido", explica.
Amano, que insiste en la imparcialidad y la inexistencia de politización en la agencia nuclear de la ONU, asegura que se limita a "sacar conclusiones" en función de la información de que dispone y los hallazgos de los inspectores.
Y advierte: "Hay informaciones que me preocupan" y sobre las que reclama a Irán que colabore para resolver cualquier duda.
El veterano diplomático, de 66 años, recuerda que existen indicios de que la República Islámica ha realizado experimentos relacionados con la producción de armas atómicas.
"No ha habido progresos en los últimos años" para que Irán recupere la confianza de la comunidad internacional, sentencia.
"No decimos que no deben tener energía nuclear. Lo que decimos que es cumplan las reglas, y ahí es donde tienen el problema", critica Amano, al recordar que la central nuclear de Bushehr está bajo control del OIEA y no crea ningún problema.
"Ponen Bushehr bajo control (del OIEA), pero si preguntamos sobre otras instalaciones, no nos responden. Cuando pedimos tener acceso a otros lugares, nos dicen que no (...). Esto no es una buena respuesta", denuncia.
Respecto a qué puede suponen el relevo de poder en Irán y la elección como presidente de Hasan Rohaní (bajo cuya dirección los contactos con el OIEA fueron más productivos), Amano asegura que sus expectativas no cambian: desea tener acceso a más instalaciones, a más documentos y a más técnicos del programa atómico iraní.
De cualquier forma, el director general del OIEA se muestra optimista y convencido de que el camino elegido llegará a buen puerto. "Duermo bien y todas las noches. Creo en una solución diplomática", asegura.
Sobre el accidente de la central japonesa de Fukushima, el otro gran problema al que se ha enfrentado en los casi cuatro años que lleva al frente del OIEA, Amano admite que fue "una enorme llamada de atención a favor de la seguridad nuclear".
"La seguridad en la energía nuclear ha mejorado, pero hay que hacer más. Al mismo tiempo, no podemos dejarnos arrastrar por el pasado y por el accidente para siempre. Debemos mirar hacia el futuro", pide.
Ese accidente, en marzo de 2011, hizo revivir el miedo a la energía nuclear e incluso cambió los planes de algunos países al respecto, hasta el punto, cuenta Amano, de que el crecimiento de esta fuente energética será menor al calculado antes de Fukushima.
"Pero la energía nuclear seguirá con su expansión. Hasta 2030 crecerá un 23 por ciento, según nuestra estimación baja y un 100 por ciento según nuestra estimación más alta. En todo caso, eso es inferior a lo que estimamos antes de Fukushima", señala.
"La gente está preocupada y nos hace muchas preguntas. Nos piden que les ayudemos y les estamos ayudando para que mejoren la seguridad (nuclear)", explica.
El foco principal de esta expansión está claramente en Asia, destaca Amano, al tiempo que señala que América Latina es una región "interesada" en dicha energía, aunque sin nuevas plantas a la vista, aparte de las ya existentes en Argentina, Brasil y México. "Solo Chile está a la expectativa", asegura.
El jefe del OIEA apuesta por el átomo como una forma limpia de producir energía, también ante el cambio climático.
"Si los países siguen interesados en reducir los gases (contaminantes) del cambio climático, entonces la energía nuclear será un elemento muy importante. Si los países tienen menos interés en el cambio climático, esa ventaja de la energía nuclear será menor", evalúa. (EFE)